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Guerra de palabras. Representaciones, debates y alienamientos de la prensa y la opinión pública de Buenos Aires ante la Gran Guerra (1914-1919)

Emiliano Gastón Sánchez

Tesis Doctoral: Guerra de palabras. Representaciones, debates y alienamientos de la prensa y la opinión pública de Buenos Aires ante la Gran Guerra (1914-1919)

Realizada en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires en 2014

Tutor: Patricio Geli

Tesis Completa

 

Introducción

“Una guerra es, además de sus actos y sufrimientos, un torrente de palabras…”
Adan Kovacsics,
Guerra y lenguaje

La Primera Guerra Mundial no sólo se libró en los diferentes campos de batalla y en las tristemente célebres trincheras del frente occidental, fue también una guerra simbólica basada en palabras, imágenes, fotografías, caricaturas, conferencias, mapas, proclamas militares, telegramas y relatos de los corresponsales. Es por ello que, desde el punto de vista de la prensa periódica y las redes globales de comunicación, la Gran Guerra debe ser considerada también como un gigantesco acontecimiento mediático e informativo. Entre agosto de 1914 y noviembre de 1918, tanto en los países beligerantes como en aquellos que permanecieron neutrales ante el conflicto, la prensa periódica fue el medio de comunicación más importante para la propagación de las primicias sobre la contienda pero también constituyó un vector clave en la difusión de la propaganda bélica y el ámbito privilegiado para la expresión de los intelectuales. Durante esos años, la prensa periódica participó activamente de esa guerra de interpretaciones y representaciones que dio vida a una gigantesca producción simbólica destinada a influir sobre la opinión pública además de satisfacer la avidez de novedades y la imaginación de los lectores.

El objetivo de esta tesis es analizar una problemática que hasta aquí no ha llamado particularmente la atención de los historiadores de la cultura y de la prensa en Argentina. Se trata del ingreso y la difusión en la prensa periódica porteña de gran tirada de un conjunto de representaciones, valores y sentidos sobre la Primera Guerra Mundial. Dichas representaciones están constituidas por una densa trama de imágenes, percepciones y discursos, provenientes en gran medida del Viejo Mundo pero que serán activamente resignificados en el contexto rioplatense por las élites políticas e intelectuales.

¿De qué modo fue representada e interpretada la Gran Guerra en las páginas de la prensa periódica de una metrópolis como Buenos Aires, fuertemente ligada a Europa por vinculaciones económicas, demográficas y culturales pero que a su vez transitaba por un acelerado proceso de modernización socioeconómica al tiempo que, desde diferentes perspectivas y propuestas, trataba de delinear una identidad y una cultura nacional? Frente al nuevo escenario europeo marcado por la guerra, emergen un conjunto de problemas derivados de mirar a una serie de “otros” que han venido oficiando de referentes culturales y como modelos de sociedad construidos incluso, frecuentemente, como faros prescriptivoslos cuales aparecen ahora enfrentados, desatando una verdadera ruptura civilizatoria. Observada desde la Argentina, la Primera Guerra Mundial desencadena una serie de inconvenientes para una cultura nacional que tradicionalmente se miraba de forma especular con Europa y que ahora debe redefinirse a partir de la imagen trágica que el Viejo Mundo le devuelve tras haber sido por años el modelo paradigmático a seguir para las élites argentinas. Es por ello que diferentes sectores de la opinión pública porteña y la prensa se vieron llamados a tomar partido por ciertas naciones en pugna, es decir, a adscribir a determinados modelos nacionales considerados afines o en los cuales debería nutrirse la cultura argentina. Y, al mismo tiempo, el estallido de la Gran Guerra posibilita también una serie de reflexiones sobre el legado del magisterio europeo en Argentina y reabre un interrogante sobre la identidad nacional.

La hipótesis principal de esta tesis es que la Primera Guerra Mundial constituye un acontecimiento catalizador del interrogante sobre la cuestión nacional en Argentina pues, al tiempo que dinamiza el juego de selección de afinidades con lo europeo, la consternación producida por el estallido y la prolongación de la guerra en el Viejo Continente reabre el debate sobre cómo definir la cultura nacional. Las diferentes respuestas ensayadas por la prensa periódica de Buenos Aires a los interrogantes acerca de cuál es la auténtica identidad nacional y cuáles son los modelos a seguir en Europa luego del inicio del conflicto, permitieron la afirmación de un nacionalismo cosmopolita que, sin rechazar de plano la herencia de la cultura europea, se autoreconoce en la experiencia pacífica de la Argentina posterior a 1880. Dichas características lo ubican más próximo del llamado “nacionalismo del Centenario” que de los movimientos nacionalistas que florecerán en Argentina luego de la primera postguerra. Y, a su vez, este cuadro general, que ha sido más claramente verificado en el seno del campo intelectual porteño, encuentra una serie de importantes matices en su traslado al conjunto de la prensa periódica de Buenos Aires donde la presencia de un número mucho más amplio de voces y de intérpretes da lugar a diferentes posiciones alternativas que conforman un panorama mucho más complejo y heterogéneo que el que ha sido señalado hasta el momento.

Tanto en las investigaciones que la mencionan tangencialmente como en aquellas dedicadas a estudiar específicamente el impacto de la Gran Guerra en la opinión pública y la prensa porteña, el análisis sobre los alineamientos de los diarios y las revistas ante el conflicto suele consistir en el trazado de un estado del campo periodístico mediante una taxonomía estática y reduccionista que distingue entre la prensa “aliadófila” y “germanófila” o, según los términos utilizados por los contemporáneos durante el momento más álgido de las repercusiones del conflicto en Buenos Aires, “neutralista” y “rupturista”. Según estas clasificaciones, los dos periódicos más importantes y de mayor tirada de la ciudad, La Nación y La Prensa, fueron considerados aliadófilos aunque éste último mantuvo una política editorial independiente y neutralista e incluso contó con la colaboración de algunos intelectuales simpatizantes de Alemania como, por ejemplo, Estanislao Zeballos al igual que La Razón, que también mantuvo una política editorial similar. El resto de los principales diarios, La Argentina, El Diario y las revistas Caras y Caretas, El Hogar, Fray Mocho y PBT eran considerados aliadófilos siendo Crítica el defensor más radical en esta postura.

Si bien es cierto que un mapa de los posicionamientos puede resultar de gran utilidad para el lector, su trazado opaca algunos matices relevantes y, sobre todo, relega a un segundo plano el análisis de los discursos y las representaciones elaboradas por la prensa al calor del conflicto bélico. Las publicaciones periódicas son, por definición, emprendimientos colectivos y por ende, constituyen productos culturales complejos que responden a varias voluntades, con prácticas discursivas singulares y que utilizan distintos códigos expresivos, textuales y visuales, por lo cual discursos diferentes e incluso antagónicos pueden coexistir en las páginas de una misma publicación. De allí que el análisis sobre las representaciones de la Primera Guerra Mundial en la prensa periódica de un país neutral como Argentina que aquí se propone, rechaza explícitamente esa tendencia al etiquetamiento estático de las posiciones de los diarios y las revistas ante el conflicto, optando por una mirada de conjunto sobre las publicaciones y atendiendo a la polifonía de sus discursos visuales y textuales más allá de una tendencia más o menos evidente en la política editorial del diario o la revista en cuestión.

Esa perspectiva procura además contemplar las diferentes variaciones que se producen en los alineamientos de los diarios y las revistas porteñas a lo largo de las diversas coyunturas suscitadas por las repercusiones de la guerra en Buenos Aires. De esta manera se busca evitar cierta tendencia de la historiografía a abordar el estudio de las repercusiones locales de la guerra focalizándose, principalmente, en dos “instantáneas”: una fugaz mirada sobre los inicios del conflicto que se desplaza rápidamente al análisis de la llamada “crisis de 1917”. Observar exclusivamente la imagen que brinda ese particular momento de las repercusiones de la guerra en Buenos Aires en detrimento de una perspectiva integral y de largo plazo, es una opción metodológicamente arriesgada ya que puede llevar a considerar como novedosas algunas interpretaciones de la guerra la visión de la guerra como un choque entre la “civilización francesa” y la “barbarie alemana”y ciertos debates como las reflexiones que rodearon al resurgimiento del interrogante por la cuestión nacional, que ya estaban presentes en la opinión pública desde los primeros meses de conflicto.

Como hipótesis secundarias, aunque íntimamente vinculadas a la principal, en primer lugar se intenta demostrar que, no obstante la preocupación por los destinos de las principales naciones europeas enfrascadas en la guerra, la distancia respecto del teatro de operaciones, la condición de país neutral y la ausencia de restricciones a la opinión en la prensa porteña posibilitaron la emergencia de una mirada local sobre el conflicto. En esa perspectiva, la Gran Guerra fue sometida a diferentes operaciones intelectuales que implicaron su utilización como un insumo para la lucha política local pero también para la publicidad comercial y el humor gráfico y escrito. Y, en segundo lugar, que ciertos aspectos intrínsecos del campo periodístico porteño como la creación de nuevas publicaciones algunas ligadas a las campañas propagandistas de las potencias europeas y otras completamente ajenas a ellas, el aumento de las ediciones motivadas por la guerra, el incremento y la mejora de sus servicios telegráficos y la emergencia de la figura del moderno corresponsal de guerra, permiten pensar a la coyuntura comprendida entre 1914 y 1918 como un momento modernizador de la prensa periódica de Buenos Aires.

Para dilucidar esos problemas, esta tesis propone estudiar las repercusiones y representaciones de la Gran Guerra en la prensa y la opinión pública porteña en el periodo comprendido entre el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo, el 28 de junio de 1914, que desató la crisis diplomática que antecede al estallido de la guerra, y la firma del Tratado de Versalles en junio de 1919. Esta delimitación temporal del objeto de estudio, en particular, la opción por un cierre de la investigación con la firma de los diferentes tratados de paz del año 1919 en lugar de la periodización más convencional ligada a la firma del Armisticio de Compiègne, el 11 de noviembre de 1918, se justifica por varias razones. En primer lugar, por una diferencia en las temporalidades respecto a lo que puede considerarse como la clausura de la guerra. En este sentido, la firma del armisticio y el fin de las hostilidades constituye claramente el desenlace de la guerra para un amplio sector de las sociedades combatientes pero no ocurre lo mismo con la cobertura mediática del conflicto en la prensa periódica de un país neutral como Argentina en donde la atención originada por la Gran Guerra se prolonga hasta la firma del Tratado de Versalles. En segundo lugar, porque a comienzo de 1919 se produjo una reorganización de los mercados comunicacionales que, en el caso sudamericano, se tradujo en una mayor preponderancia de las agencias de noticias norteamericanas, la Associated Press y la United Press. Este hecho implicó un evidente retroceso de la agencia francesa Havas que desde finales del siglo XIX había detentado una posición de privilegio sobre el continente sudamericano y tuvo una gran importancia para la geopolítica de la información internacional que recibían los diarios y las revistas de Buenos Aires.

En el ámbito de la historiografía europea la Primera Guerra Mundial ha sido, sin lugar a dudas, una de las áreas privilegiadas por la investigación y los estudios históricos abocados al siglo XX. Durante el siglo que ha transcurrido desde su estallido hasta la actualidad, las diferentes generaciones de historiadores han estudiado a la Gran Guerra desde diversas perspectivas que se modificaron al calor de los acontecimientos políticos que jalonaron la pasada centuria y de las novedades metodológicas inherentes a la profesionalización de la disciplina. Luego de los sucesivos dominios de la historia política tradicional, la historia económica y, en menor medida, la historia social en la interpretación de la Gran Guerra, en las últimas dos décadas las investigaciones han desplazado el foco de su interés hacia el plano de lo simbólico y lo cultural.

Esta nueva perspectiva ha dado lugar a una importante renovación en los estudios sobre la Gran Guerra, desarrollando nuevas líneas y temáticas de investigación entre las que cabe destacar: el rol de los intelectuales, músicos y artistas durante la Gran Guerra; la ocupación del espacio público y el despliegue a partir de la postguerra de los “lugares de la memoria” (monumentos, recordatorios, panteones, etc.); el papel de las artes del espectáculo y la propaganda durante la guerra; las prácticas significantes de los combatientes del frente y de los diferentes actores sociales en los “frentes internos”; la participación de las mujeres y los niños en el esfuerzo bélico y las patologías psicofísicas de los combatientes, entre otros novedosos tópicos. En ese marco general, los estudios sobre la opinión pública y la propaganda en tiempos de la Gran Guerra han adquirido una renovada atención. Una de sus vertientes más importantes, suele colocar el foco en la contribución con el esfuerzo bélico de las figuras prominentes del campo de la literatura, el arte, el mundo científico y la academia. Sin embargo, los análisis abocados específicamente al estudio de la prensa periódica y la opinión pública durante la conflagración han mostrado una enorme importancia en las últimas décadas.

De la mano de una perspectiva global en las investigaciones sobre la Primera Guerra Mundial, que ha cuestionado fuertemente la mirada “eurocéntrica” imperante en los estudios sobre el conflicto, esta renovación de la historiografía cultural ha comenzado a influir en los análisis dedicados a otras áreas geográficas afectadas por la guerra como lo territorios coloniales y los países neutrales. Sin embargo, estas nuevas perspectivas son casi desconocidas en los estudios sobre los efectos producidos por la Gran Guerra en Sudamérica y, en particular, en Argentina.

El estudio sobre las repercusiones de la Gran Guerra en nuestro medio es aún un campo en construcción. En las últimas décadas las investigaciones dedicadas a estudiar el impacto de la Primera Guerra Mundial en Argentina se han abocado mayoritariamente a dos perspectivas historiográficas: por un lado, la historia económica y, por el otro, la historia diplomática, fuertemente ligada a la historia política y, en menor medida, social.

Dentro de la vertiente de la historia económica, la Primera Guerra Mundial es señalada en la bibliografía académica como una coyuntura crítica y como un periodo de profundas transformaciones desarticulación del comercio mundial, drástica caída del producto bruto interno, inestabilidad de los patrones monetarios, adopción de medidas proteccionistas, etc.a las que no pudo escapar la economía argentina. Dichas investigaciones han analizado los problemas que debió enfrentar una economía basada en un modelo agroexportador excesivamente dependiente del dinamismo de su comercio exterior, el conjunto de medidas implementadas por las administraciones de Victorino de la Plaza e Hipólito Yrigoyen para intentar palear dicha situación, el incipiente desarrollo de un proceso de industrialización por sustitución de importaciones y las fuertes presiones ejercidas por las potencias sobre la Argentina en el marco de la guerra económica y comercial.

Desde la otra perspectiva de análisis, la historia política y diplomática, la mayoría de los estudios han analizado los avatares de la política exterior argentina durante la Gran Guerra y las dificultades suscitadas por el mantenimiento de la neutralidad frente a las presiones de los países combatientes. Sin embargo, estas investigaciones suelen abocarse con mucha mayor atención a la crítica coyuntura diplomática de 1917 que se inscribe en el marco del nuevo escenario continental marcado por el ingreso de los Estados Unidos en la guerra y que a nivel local se vio incrementada por el hundimiento de varios buques de bandera argentinay que constituye uno de los puntos más álgidos en las repercusiones de la contienda europea en Argentina. A su vez, el incremento de las tensiones continentales que desató el ingreso en la guerra de los Estados Unidos y los intentos de hegemonía continental a través de su política panamericana han acaparado la atención de varias investigaciones en las que se destacan los estudios de Beatriz Solveira, quien además ha realizado un importante recopilación de documentos
diplomáticos procedentes del Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (AMREC), fruto de su investigación doctoral sobre la política exterior de la Argentina entre 1914 y 1922.

Por último, en el ámbito de las relaciones internacionales se destacan también algunos estudios de caso sobre las relaciones bilaterales con Francia, Rusia y México durante la Primera Guerra Mundial. Las relaciones bilaterales con Brasil durante el conflicto europeo, han motivado varios artículos de Marcelo Rimoldi que permiten pensar en el nuevo cariz que adquieren las relaciones entre las potencias sudamericanas neutrales, desde la búsqueda de una complementariedad económica frente al cierre de los mercados europeos hasta los planes de mejoras en las comunicaciones terrestres y fluviales, y los cambios que estas sufrieron luego del ingreso del Brasil en la guerra. Íntimamente ligadas a esta perspectiva, cabrían de ser destacadas las investigaciones realizadas por los historiadores de tendencia radical, las cuales suelen hacer hincapié en la “activa y altiva” defensa de la neutralidad por parte del gobierno de Hipólito Yrigoyen frente a la postura “pasiva e imprecisa” de su antecesor, Victorino de la Plaza, aunque acotadas fundamentalmente al estudio de la coyuntura de 1917 cuando el reciente gobierno de la Unión Cívica Radical debió afrontar las mayores presiones internas y externas desde el inicio de la guerra. A ellas deberían agregarse también los estudios dedicados a analizar las posiciones sostenidas por la Argentina durante su efímera participación en la Sociedad de las Naciones.

Ahora bien, a pesar de que las repercusiones del conflicto bélico europeo excedieron largamente el ámbito de la economía y de la política exterior, los efectos producidos por la Gran Guerra en el seno de la sociedad y la política argentina era un área temática que prácticamente no había sido explorada hasta hace pocos años. En nuestro medio son escasas las investigaciones que se han propuesto analizar las repercusiones de la guerra desde la historia social estrictamente dicha, a excepción de los estudios de Fernando Remedi sobre las consecuencias alimentarias de la guerra en los sectores populares de la ciudad de Córdoba. Estos artículos tiene además el valor agregado de ser los únicos que han prestado atención a las repercusiones de la Gran Guerra en el interior del país, permitiendo matizar y complejizar la hegemonía porteña en los estudios sobre las repercusiones de la Primera Guerra Mundial en Argentina.

Por su parte, desde una mirada que se ha beneficiado con la renovación de la historia política, extendiendo las fronteras de lo político para dar cabida en sus estudios a los actores y sus prácticas, representaciones y discursos, María Inés Tato ha analizado varios aspectos ligados a la recepción política y social de la contienda europea en Argentina. Sus investigaciones han echado luz sobre los alineamientos de las diferentes fuerzas políticas y sociales respecto de la política exterior argentina, las manifestaciones callejeras en favor de la neutralidad o la ruptura de relaciones con los Imperios Centrales, las liturgias cívicas y las ideas de nación que en ellas se pusieron en juego, los debates en el seno de las élites políticas e intelectuales que acompañaron la polarización de la opinión pública porteña entre “neutralistas” y “rupturistas” junto al profuso movimiento asociativo y el activismo social de las colectividades que floreció en la ciudad de Buenos Aires para brindar su apoyo a determinadas naciones en guerra.

Por otra parte, el decurso de la Primera Guerra Mundial trajo graves consecuencias para el movimiento obrero argentino y obligó a sus organizaciones a tomar posición frente al comportamiento del movimiento obrero europeo, en especial, en el caso de los socialistas. Posteriormente, el estallido de la Revolución Rusa desató graves tensiones al interior de las organizaciones socialistas y anarquistas, muchas de las cuales propiciaron rupturas y distanciamientos que serán luego algunos de los grupos fundadores del Partido Comunista en Argentina. El análisis de esos posicionamientos y de las tensiones que la Primera Guerra Mundial imprime sobre esas fuerzas políticas ha merecido la atención de un puñado de estudios, entre los que se destacan los artículos de Roberto Pittaluga sobre la recepción de la Revolución Rusa en el anarquismo argentino y algunos análisis sobre los efectos de la Gran Guerra y, en particular, sobre las consecuencias de la Revolución Rusa en las filas del socialismo argentino a través de las propuestas y los posicionamientos de ciertas figuras emblemáticas como Enrique Del Valle Iberlucea.

Por último, dada la enorme importancia del número de extranjeros que residían en Argentina hacia 1914, otro aspecto del impacto político y social de la contienda europea que ha comenzado a ser estudiado recientemente es el de las reacciones de las colectividades de inmigrantes, la labor del asociacionismo y el importante flujo de reservistas extranjeros y de voluntarios argentinos que cruzaron el Atlántico para combatir en los campos de batalla de Europa, entre los cabría destacar un estudio pionero de Federico Lorenz sobre los voluntarios argentinos y las recientes investigaciones de Hernán Otero y María Inés Tato sobre las reacciones ante la Gran Guerra de las colectividades francesa, italiana y británica radicadas en Argentina. De todos modos, cabria destacar que existen algunas investigaciones en las que estas demarcaciones historiográficas distan de ser tan nítidas pues proponen una mirada global sobre los efectos económicos, políticos y sociales de la Primera Guerra Mundial en Argentina como puede apreciarse en los clásicos estudios de Raimundo Siepe y Ricardo Weinmann y en el reciente libro de Olivier Compagnon.

Ahora bien, la influencia de la guerra en el ámbito de la cultura es un área que ha recibido un interés notablemente menor en comparación con otras perspectivas historiográficas como la historia económica, política y social. Este hecho se traduce en las escasas investigaciones dedicadas a estudiar el papel de los intelectuales y sus intervenciones en el espacio público durante la Gran Guerra, un aspecto que merecería un estudio mucho más detallado y extenso.

Sin embargo, la carencia más evidente es la que pesa sobre la prensa periódica de gran tirada y la opinión pública local. En los diferentes estudios señalados anteriormente el análisis de las publicaciones periódicas más relevantes del periodo y los posicionamientos de la opinión pública han recibido un tratamiento efímero y parcial. A pesar de que existen algunas aproximaciones sobre el papel de la prensa periódica durante la conflagración europea, no se dispone de una investigación que analice de forma conjunta y sistemática a la prensa periódica considerada como un artefacto cultural específico. Las investigaciones precedentes, si bien muestran la potencialidad de un estudio integral y pormenorizado, padecen algunas limitaciones de alcance y de profundidad. En primer lugar, porque son estudios acotados a una sola publicación o en su defecto a los principales diarios porteños como La Nación y La Prensa, desestimando el análisis de un vasto conjunto de publicaciones consideradas “menores” o escasamente representativas. Y, en segundo lugar, porque están acotadas a determinadas figura y coyunturas de la guerra como la Revolución Rusa o la firma del armisticio.

A su vez, el desarrollo de una investigación de estas características requiere incorporar información sobre la organización de los diarios y las revistas ilustradas del periodo, atendiendo a los elementos de su vida material, sus rasgos como objetos culturales y su significación política en el seno de la opinión pública local. De modo que, a la dificultad que supone la falta de investigaciones previas sobre las diferentes implicancias que la Primera Guerra Mundial tuvo sobre el sistema de la prensa periódica de Buenos Aires habría que agregar un segundo problema, más general, que se refiere a la ausencia de un campo de investigaciones consolidado sobre la historia de la prensa periódica en la Argentina moderna.

Hasta el momento, los análisis históricos y sociológicos más profundos sobre el mundo de la prensa han provenido de los estudios literarios. Las investigaciones proveniente de esta disciplina se han adentrado en el mundo de la prensa con el objeto de iluminar una serie de problemas íntimamente vinculados a sus preocupaciones como ser la profesionalización del escritor, el surgimiento de la novela, el éxito de determinados géneros literarios y la diversificación del público lector. Desde la disciplina histórica, el mundo de la prensa y, en particular, la prensa decimonónica, fue la vía de acceso privilegiada para el análisis de la llamada política “facciosa”, destacando su papel en el debate de ideas, en la conformación de los lenguajes políticos y en los procesos de la modernización de la esfera pública aunque en los últimos años también se han desarrollado importantes investigaciones sobre la prensa satírica y la circulación de las novedades europeas ligadas a la moda.

Teniendo en cuenta el derrotero precedente a través de la producción historiográfica sobre el tema, es posible afirmar que, aunque las páginas de las publicaciones periódicas han sido una fuente de información para otras investigaciones, el papel de la prensa periódica de gran tirada y de los semanarios populares durante la Primera Guerra Mundial ha merecido una atención insuficiente si se tiene en cuenta que, debido a su condición estratégica como el medio masivo que ejercía un virtual monopolio en la comunicación social, la prensa cumplió un rol central en la cobertura de la guerra y en la construcción de determinados imaginarios sobre el conflicto europeo. Los escasos artículos y libros reseñados aportan un análisis de ciertos aspectos parciales sobre el tema omiten o mencionan tangencialmente cuestiones importantes para la comprensión del impacto de la Gran Guerra en la prensa porteña como, por ejemplo, la manipulación informativa o el debate sobre las responsabilidades, pero una investigación que desarrolle una mirada de conjunto sobre la prensa porteña de gran tirada, basada en la lectura diaria, total y sistemática de un vasto conjunto de publicaciones periódicas de la ciudad de Buenos Aires y su papel en la formación de sensibilidades y opiniones al calor de los reacomodamientos que la Gran Guerra produce en la opinión pública local, no ha sido aún desarrollada.

A diferencia de las investigaciones señaladas anteriormente, esta tesis pretender ser una contribución al campo de los estudios sobre las repercusiones de la Gran Guerra en Argentina desde una perspectiva ligada a la historia cultural y a los estudios sobre la cultura impresa. Este enfoque metodológico, que enfatiza la capacidad de los objetos impresos para influir en la construcción de relaciones e identidades implica, en primer lugar, una aproximación a la prensa periódica como un vehículo de representaciones sociales que destaca su masividad por sobre otros criterios y que abreva en un corpus de productos culturales y comerciales dirigidos a una amplísima franja de lectores. El extenso conjunto de publicaciones utilizadas para reconstruir ese mundo de ideas y creencias sobre la Gran Guerra busca recomponer la polifonía, los matices y las mediaciones de esas diferentes construcciones discursivas y escapar así a una mirada centrada exclusivamente en los “grandes” diarios. Para ello, se analizarán de manera sincrónica grandes ejes de investigación como por ejemplo, la caracterización de los contendientes o el impacto de las conductas de los beligerantes en Argentinaa la luz de diferentes escenarios analíticos o variables como el estallido de la guerra, la invasión alemana de Bélgica y el desarrollo de las revoluciones en Rusia.

En segundo lugar, la historia cultural de la prensa supone un estudio de la
circulación de los discursos más allá de sus lugares de origen. De esta manera, se busca
atender a la producción y circulación de esas imágenes y representaciones sobre la Gran
Guerra difundidas en centenares de miles de ejemplares por día. En este sentido, la
historiografía cultural ha demostrado la importancia explicativa de la circulación de saberes y de símbolos que permitió dar entidad a un conjunto de textos y discursos hasta entonces considerados “menores”. Por ello, aquí no sólo se tendrán en cuenta las intervenciones de las “grandes plumas” del campo intelectual porteño sino también ese sinfín de escritos y textos breves elaborados a lo largo del conflicto por autores y periodistas anónimos cuyas historias muchas veces escapan al ojo del historiador. Por
último, pero no menos importante, dicho enfoque establece una atención sobre todo lo
concerniente con la prensa en cuanto objeto cultural, es decir, a su realidad material y
textual pero también las diferentes modalidades para ser vista y leída por sus
consumidores.

Por todo ello, la historia cultural de la prensa periódica es, forzosamente, interdisciplinaria pues, si bien otorga un lugar destacado a las dimensiones simbólicas y representacionales, requiere también pensar a la prensa de masas en el cruce de otras disciplinas como la historia social y política. Esta perspectiva metodológica permite conocer cuestiones de vital importancia como los problemas económicos y de abastecimientos que padecieron los diarios porteños durante la guerra; sus índices de tiradas; el papel desempeñado por las agencias de noticias europeas y las compañías de cables submarinos; el alcance geográfico del diario y sus agentes y suscriptores; el tipo y contenido de sus secciones; los diferentes tipos de auspiciantes y estilos de publicidades; el papel del público lector y su prácticas de lectura y los diferentes vínculos con el mundo de la política y el debate público.

La tesis está organizada siguiendo un doble criterio cronológico y analítico a lo largo de seis capítulos que estructuran la argumentación y que buscan atender a diversos problemas pero también a diferentes “momentos” de la repercusión de la Gran Guerra en la prensa y la opinión pública de Buenos Aires. En este sentido, el análisis de la contienda desde la prensa periódica de un país periférico y neutral supone también repensar y adaptar a cada caso nacional las cronologías más consensuadas sobre la Primera Guerra Mundial. En el Río de la Plata, acontecimientos claves de la guerra como, por ejemplo, las batallas del Marne, Verdún o del Somme, fueron confinadas a la rutinaria reiteración de noticias en las secciones de cables y telegramas sobre la guerra mientras que otros episodios, insignificantes si se los inserta en el gran cuadro de la contienda, como el fusilamiento del vicecónsul argentino en la ciudad belga de Dinant o el apresamiento del buque Presidente Mitre, tuvieron una enorme importancia para la opinión pública porteña.

De este modo, la estructuración de la tesis responde, en primer lugar, a los diferentes “ritmos” que jalonaron la cobertura de la guerra en la prensa de Buenos Aires. Un primer momento marcado por una notable atención durante el primer semestre del conflicto, cuando los periódicos porteños publicaban diariamente una enorme cantidad de información relacionada con la guerra que constituía la gran novedad del momento y en el cual es posible constatar la existencia de una serie de núcleos temáticos importantes como la querella sobre las responsabilidades por el estallido de la guerra, los primeros alineamientos de la opinión pública porteña y la invasión alemana de Bélgica. Luego, un relativo amesetamiento en la cobertura del conflicto durante los años de 1915 y 1916 que coincidió, paradójicamente, con una mundialización de los enfrentamientos en casi todos los confines del globo. Y, por último, una progresiva recuperación de la centralidad informativa de la guerra en las páginas de los diarios locales durante el año de 1917, marcada por el estallido de la revoluciones en Rusia y la crisis política ocasionada por la guerra en el ámbito local, la cual se mantiene con ciertos altibajos hasta la firma del armisticio en noviembre de 1918 y los diferentes tratados de paz firmados a lo largo de 1919.

El primer capítulo puede ser considerado como el punto de partida necesario para cualquier análisis sobre las representaciones de la Gran Guerra en la prensa porteña y sus modos de otorgar sentidos a diferentes aspectos de ese acontecimiento pues en él se reconstruyen las condiciones de producción del discurso periodístico sobre la guerra, atendiendo a la evolución de la tiradas de los diarios porteños, los problemas de abastecimiento de los principales insumos para su elaboración (en particular, el papel y las tintas de origen europeo y norteamericanos) y el surgimiento de nuevos emprendimientos periodísticos, algunos de ellos directamente relacionados con la campañas de propaganda como el diario germanófilo La Unión o el periódico aliadófilo Idea Nacional, y otros totalmente ajenos a ellas como por ejemplo, la revista Plus Ultra o el diario La Época, más preocupado en fomentar las candidaturas de los hombre de la Unión Cívica Radical que en el decurso de la guerra europea. En este capítulo tiene un lugar destacado el análisis del papel de las agencias de noticias europeas y las compañías de cables submarinos como medios privilegiados para la difusión de la información en la prensa local. Ligado a ello, también se analizan los diferentes problemas ocasionados por la censura sobre los servicios telegráficos en el marco de la faceta comunicacional de la guerra.

El capítulo dos analiza un doble movimiento discursivo presente en las publicaciones periódicas de Buenos Aires durante los primeros meses de la guerra. Ante todo, las diferentes tomas de partido en favor de los bandos en disputa, compromisos que se manifestaron a través de una serie de representaciones de Europa y mediante la elaboración de imágenes estereotipadas sobre los países combatientes. Dichos compromisos con la potencias en pugna muestran la empatía con determinados modelos nacionales considerados afines o en los cuales debería nutrirse la cultura argentina. Sin embargo, esos primeros alineamientos de la prensa local abarcan también una serie de posiciones hasta ahora no contempladas como el neutralismo, las diferentes variaciones del pacifismo y el belicismo. Junto a esos diferentes alineamientos emerge en una mirada rupturista sobre la guerra considerada como una crisis civilizatoria, que desata una serie de reflexiones sobre el lugar de la Argentina en la guerra.

El tercer capítulo aborda la cuestión de la invasión alemana de Bélgica. En dicho marco las tropas de ejército alemán desataron una campaña de terror contra la población civil de Bélgica y los departamentos de la frontera francesa que tuvieron en Argentina una resonancia particular pues durante la toma de la ciudad belga de Dinant fue fusilado por los alemanes el vicecónsul argentino de la ciudad, M. Rémy Himmer. Si bien, inicialmente la cuestión de Bélgica fue un tema estrictamente militar relacionado a la capacidad de resistencia de su anillo de fortificaciones ante el avance alemán luego comenzaron a publicarse relatos de los soldados y civiles, opiniones, fotografías y viñetas sobre el accionar de los ejércitos del káiser que contribuyeron a movilizar a la opinión pública porteña. Las llamadas “atrocidades alemanas” fijaron en la prensa porteña una interpretación dicotómica de la guerra como una choque entre la “civilización” francesa y la “barbarie” alemana que si bien no modificó radicalmente el conjunto de alineamientos que se analizaron en el capítulo anterior logró generalizar una imagen muy negativa de Alemania en el seno de la opinión pública de Buenos Aires.

En el cuarto capítulo se estudian un conjunto de acontecimientos y problemas concernientes a los años 1915 y 1916, marcados por el relativo quietismo que se impone en el frente occidental, que implicó el paso de una guerra de movimientos a una guerra de posiciones, el cual coincide con un fenómeno en apariencia contradictorio: la globalización del conflicto que, de manera más o menos directa, comenzó a afectar todos los confines del globo. En la prensa porteña, la cobertura mediática de la guerra pierde la efervescencia de los meses iniciales y se vuelve más reiterativa. Sin embargo, ese amesetamiento del conflicto y los cambios de escala señalados se tradujeron en una modificación en la representación de la dimensión técnica de la guerra, un rasgo distintivo de la que puede considerarse como la primera guerra industrial de masas de la historia mundial. En ese contexto, la representación de la guerra que enfatizaba su carácter de combate moderno, marcada por una verdadera fascinación en torno a los aeroplanos y zeppelines, comienza a dar cabida a una progresiva hegemonización de la imagen de la guerra como una guerra de trincheras. A su vez, la mundialización de la Gran Guerra obligó a la prensa porteña a un descentramiento de la atención de manera casi exclusiva sobre Europa para dar cabida a nuevos escenarios del conflicto. Si el ingreso de Italia en la contienda, ocurrido en mayo de 1915, es una acontecimiento de enorme importancia dada la gran cantidad de italianos residentes en el país, a lo largo de esos año la cobertura periodística de la Gran Guerra comienza a mostrar un inusitado interés por otras regiones del conflicto como Asia, África y Oceanía, en donde se destaca la presencia de corresponsales argentinos en el frente oriental. Por último, la esperanza inicial de beneficiarse económicamente con la guerra tropezó constantemente con las complicaciones comerciales y el establecimiento de la guerra submarina ilimitada impulsado por Alemania. Ese nuevo escenario tornó más aplomada y menos coyuntural la reflexión sobre las repercusiones de la guerra en Argentina y no es una mera casualidad que en ese contexto emergieran en la prensa porteña distintas voces que comenzaban a revalorizar diferentes proyectos continentales como el latinismo, el hispanismo y, sobre todo, el panamericanismo.

El capítulo quinto está dedicado al año más conflicto de la guerra a nivel local. El año de 1917 constituye uno de los puntos más altos en las repercusiones de la Gran Guerra en Buenos Aires pues, a excepción de los momentos iniciales del conflicto, ninguna otra coyuntura de la guerra produjo un impacto en la opinión pública porteña equiparable a la crisis política y social que se extendió desde abril a diciembre de 1917. Esa tormenta fue el resultado de la concurrencia de un amplio conjunto de factores. En primer lugar, el estallido de las revoluciones en Rusia fue una enorme preocupación para los aliadófilos locales y los simpatizantes de Francia e Inglaterra. Ese ciclo revolucionario fue valorado de formas muy diferentes por esos sectores de la opinión pública local. La revolución de febrero fue vista con buenos ojos por parte de un amplio sector de la prensa local que veía en ella, el acontecimiento perfecto para considerar a Rusia una país democrático, susceptible de ser equiparado a sus pares de la Entente y poder así volver a insistir en una representación de la Gran Guerra como una cruzada de la libertad y la democracia contra el autoritarismo y el oscurantismo. Por el contrario, la revolución de octubre cosechó enormes críticas de la prensa porteña. Antes que por los alcances de su programa político y social, la revolución bolchevique fue un hecho censurable en tanto que, leída a la luz de las alianzas que ostentaban las potencias en guerra, implicaba lisa y llanamente poner a Rusia fuera de combate y de esa manera liberar a los alemanes de los combates en el frente oriental. Este fue sin dudas el motivo principal por el cual los sectores de la prensa favorables a la Entente vieron un gran peligro en la revolución y abonaron la extendida interpretación que hacía de los bolcheviques unos agentes alemanes al servicio del Káiser.

En segundo lugar, una crisis política interna que puso en jaque al recientemente electo gobierno de Hipólito Yrigoyen. En febrero de ese año, los Estados Unidos rompieron relaciones diplomáticas con el Imperio alemán y en abril ingresaron en la guerra como respuesta al restablecimiento de la guerra submarina ilimitada. Esta medida trajo aparejada fuertes presiones diplomáticas para que los países del continente adaptaran la misma postura aunque en el caso argentino, dichas presiones no lograron modificar el rumbo de la política neutralista del presidente Hipólito Yrigoyen. La gravedad de la situación se incrementó a partir de abril de 1917 a raíz del hundimiento por parte de los submarinos alemanes de varios buques de bandera argentina: el 4 de abril fue hundido el Monte Protegido, el 6 de junio, el Oriana y el 22 de junio el Toro. Mientras el gobierno argentino gestionaba las reclamaciones correspondientes por vía diplomática, otro incidente marcó la última escalada de la crisis: el affaire Luxburg. En septiembre, el gobierno de los Estados Unidos difundió una serie de telegramas cifrados del ministro alemán en la Argentina, el conde Karl Graf von Luxburg, que iban dirigidos al káiser Guillermo II. En ellos se refería en términos despectivos al presidente Yrigoyen y a su ministro de Relaciones Exteriores, Honorio Pueyrredon (“un notorio asno anglófilo”) y recomendaba a las autoridades alemanas continuar con el hundimiento de los buques argentinos “sin dejar rastros”. Obviamente, cuando estos telegramas tomaron estado público, el presidente se vio obligado a entregar los pasaportes al diplomático germano pero aún así mantuvo su decisión de no romper relaciones con Alemania.

Este apartado propone brindar una lectura alternativa de dicha crisis que busca discutir el carácter excepcional que se le ha asignado a ese periodo para el análisis de las repercusiones de la guerra en la opinión pública local. Pues, si se resiste la tentación de examinar esa coyuntura como una suerte de “microclima” susceptible de ser aislado del resto de la contienda y se la inserta en el cuadro general de las repercusiones de la Gran Guerra en la prensa y la opinión pública local, es posible sostener que el modo en que la prensa interpreta esa coyuntura implica una reactualización de ciertos instrumentos analíticos, giros e ideologemas previos, adaptados en un contexto político revitalizado por el hundimiento de los buques de bandera argentina y el cambio en el horizonte político local que significó el ascenso del radicalismo al poder.

Y, a su vez, es necesario indagar con mayor detalle los alineamientos y las construcciones simbólicas de la prensa a lo largo de los diferentes hitos que conformaron ese periodo conflicto. En el análisis de las manifestaciones que se produjeron a lo largo de esos meses, las investigaciones precedentes han señalado que la opinión pública se dividió en dos bandos irreconciliables: los partidarios del sostenimiento de la posición oficial frente al conflicto (los “neutralistas”) y los que propiciaban la ruptura de relaciones diplomáticas con Alemania (los “rupturistas”). Desplazado de un análisis que atiende prioritariamente a la dimensión social y política de dicha crisis, el papel de la prensa ha quedado limitado a la difusión y a la posterior cobertura de las manifestaciones y los mítines que se vivieron en Buenos Aires pero no se han concentrado en el análisis de los discursos y las representaciones puestas en juego en cada una de esos acontecimientos que jalonaron ese año conflictivo. Una mirada más atenta sobre la prensa periódica permitirá darle mayor dinamismo a esa visión estática de la opinión pública y discutir los alcances de la mencionada polarización de esos bandos.

El último capítulo se aboca a analizar las representaciones de la prensa porteña sobre el fin de la contienda y los alineamientos que rodearon al periodo comprendido entre la firma del armisticio en noviembre de 1918 y los diferentes tratados de paz de las potencias vencidas con sus pares de la Entente, en particular, del Tratado de Versalles. Inmersas en un clima de inicio de una nueva era emergen una serie de reflexiones sobre el nuevo escenario internacional legado por la Primera Guerra Mundial y el papel que la Argentina podría tener en él. A su vez, ese nuevo escenario internacional tuvo una consecuencia concreta en el plano comunicacional que impactará fuertemente en los diarios porteños, pues en paralelo al irrefrenable ascenso de los Estados Unidos como potencia mundial se produjo un reordenamiento del mercado mundial de comunicaciones que marcó el ingreso definitivo de las agencias de noticias norteamericanas en el mercado de comunicaciones sudamericano poniendo fin al viejo monopolio de la agencia Havas sobre la región.

 

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