Dossier. El lenguaje y la guerra

Han pasado más de veinte años desde el comienzo de la guerra de Iraq; de la materialización, en forma de muerte, del sueño de los halcones neocon, que habı́a encontrado en el traumático efecto de los atentados de 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono las condiciones perfectas para aniquilar la evidencia y la razón, y para soltar las riendas del delirante sueño imperial posmoderno de Estados Unidos. Del ejército iraquı́ se temı́a sobre todo el posible recurso a armas quı́micas (ya utilizadas en la guerra contra Irán), peligro que el aparato propagandı́stico de la coalición estadounidense señalaba una y otra vez subrayando así el salvajismo que se atribuı́a al régimen de Saddam Hussein. Antes del inicio de las hostilidades, con decorosa superioridad moral, un periodista occidental reprochaba al jefe de la diplomacia iraquı́ Tariq Aziz la predisposición de su paı́s al uso de aquel devastador arsenal: «La guerra, mire usted, es una gran operación inmoral», respondió el ministro, haciendo gala con ello de una fina destreza discursiva, y tratando de neutralizar un marco interpretativo de las inminentes acciones bélicas que a todas luces beneficiarı́a al ejército convencional más poderoso, en este caso el de Estados Unidos apoyado por el del Reino Unido y otros peones.

Más cercano a la publicación de este Dossier es el ataque de Hamas que propició la invasión de Gaza por parte del ejército israelı́. Pocos dı́as después del inicio de este nuevo episodio del largo conflicto, otro periodista occidental, Louis Vaughn Jones de la BBC, empezaba una entrevista al embajador palestino en el Reino Unido Husam Zomlot preguntándole si apoyaba el ataque perpetrado por Hamas el sábado anterior. «Esa no es la pregunta correcta», dijo el embajador. «¿Sabe por qué me niego a contestar esa pregunta? Porque me niego a aceptar su premisa. En sus entrañas encierra una representación distorsionada de todo el asunto».

Plantear la importancia del carácter discursivo de la guerra no es novedad. Es más, este no se manifiesta solo en los preparativos y representaciones del combate (de hecho, como parte de este) sino también en la exégesis a que da lugar. Hay condicionantes discursivos tras la descripción de la guerra como arquetipo de la acción conflictual que elaboró el general chino Sun Tzu; también tras la visión de la misma como continuación de la polı́tica por otros medios del militar prusiano Von Clausewitz; y, naturalmente, tras el (estremecedor) estudio de la guerra como cultura del historiador británico John Keegan.
Como todo, las guerras ingresan y transitan por los espacios públicos (locales, nacionales o globales) en forma de complejos semióticos cuyo efecto polı́tico está siempre en entredicho. Y no solo eso, sino que el marco discursivo bélico se proyecta sobre múltiples procesos históricos condicionando su abordaje polı́tico (o militar). De ahı́ que, en la reflexión analı́tica de todo conflicto intervenido por las armas, el lenguaje (en tanto que dispositivo semiótico por antonomasia) deba ser objeto de observación crı́tica.

Participan de este Dossier Carla Daniela Benisz, con una reflexión sobre cómo la dicotomía civilización-barbarie, que justificaba la Guerra de la Tripe Alianza contra el Paraguay (1864-1870), devino en una identificación de lo guaraní con el atraso cultural; Carolina Chaves O’Flynn, con un trabajo en el que la palabra, la voz (o la falta de ella) y las ideologías lingüísticas que apuntalan todo tipo de exclusiones históricas se leen como claves para entender el conflicto colombiano; y Oswaldo Zavala quien, centrándose en la guerra «simulada» entre narcos mexicanos y militares estadounidenses, nos ofrece un análisis de la narrativa securitaria de Estados Unidos, que hace pasar por actos de defensa nacional la violencia perpetrada para mantener su estatus internacional.