El tercer número de AGlo sale a la luz en un momento oscuro. La última fase de su producción coincidió con la pandemia mundial provocada por el Covid-19, que ha dado pie a discursos políticos, médicos y filosóficos que se entrecruzan en busca afanosa de sentidos. Si los primeros son por su propia naturaleza de carácter persuasivo, los discursos médicos y filosóficos, en tiempos de fácil distribución de falsedades —referidas a veces como posverdad, tema al que dedicamos el dossier del número 2 de AGlo— se ven abocados a exhibir ante sus destinatarixs unos galones de autoridad que hasta hace poco parecía innecesario enarbolar. El lenguaje vuelve a ser uno de los objetos en torno a los que se decide el destino de personas, ciudades, países y alianzas internacionales. Es también el lugar que permite imaginar destinos diferentes, más humanos y equitativos. ¿Es el tropo de la guerra el que acabará dominando el relato de lo que ya se empieza a llamar el Gran Confinamiento? ¿Será la palabra solidaridad beneficiaria del encuentro con los horrores a los que se enfrentan quienes menos tienen? ¿Se podrá redefinir lo público o regenerar el haz de asociaciones que suscita el signo gobierno? ¿O, por el contrario, constituirá la nueva normalidad una herramienta discursiva para exacerbar la política deshumanizante y represora anterior al confinamiento? ¿Mudarán las formas de sociabilidad y descubriremos con ellas nuevos modelos de interacción verbal y multimodal? No lo sabemos. Es muy pronto aún para aventurar respuestas, pero no para comprometernos, como Consejo de Redacción, a la apertura de AGlo y de AGlo Digital a la reflexión con respecto a estos dilemas, sobre los que seguramente volveremos en el próximo número.
Uno de los efectos de la pandemia ha sido la visibilización aún más amplificada de la desigualdad económica y social: desde la cobertura de necesidades básicas como la vivienda y la comida, pasando por el acceso a la atención médica de quienes se enfermaron del Covid-19, hasta la disponibilidad de herramientas tecnológicas para seguir la enseñanza a distancia a la que forzó el confinamiento. La antigua proposición (o promesa) liberal de libertad e igualdad desde el nacimiento, que ya resultaba difícil de digerir antes de la situación actual, se vuelve insostenible frente al panorama que se despliega hoy ante nosotrxs. Los proyectos políticos organizados en torno a nociones de colectividad, justicia, república y democracia ofrecen visiones y salidas distintas a la crisis de las que se organizan en torno a la defensa a ultranza de los derechos individuales, las virtudes del mercado y los intereses del capital. Asimismo, la puesta en acción de tecnologías que facilitan el control de la ciudadanía se vislumbra como posible solución a la progresión de la enfermedad, pero también como peligrosa herramienta de supresión de la capacidad para pensar libre, autónoma y críticamente.
En este sentido, nos complace la coincidencia de que el dossier de este número esté dedicado precisamente a las nuevas derechas, el totalitarismo y la relevancia glotopolítica de Victor Klemperer. Este filólogo y romanista alemán, que vio en el lenguaje la zona cero de la expansión del poder nazi y que siguió escribiendo durante las primeras décadas del régimen comunista en la República Democrática Alemana, nos ofrece una reflexión estremecedora e iluminadora a la vez de nuestra propia condición presente. En esta ocasión le hemos pedido a un grupo de colegas retornar a Klemperer y pensar, desde su relectura, sobre un presente en el que surgen en múltiples escenarios nacionales proyectos políticos que evocan aterradoramente el ascenso del nacionalsocialismo.
La sección “Glotopolítica y teoría del lenguaje”, a cargo de Miki Makihara y Juan Luis Rodríguez, se dedica al concepto de postura lingüística y a su potencial para entender las relaciones entre política y poder, concebido este como una capacidad agentiva que normaliza y naturaliza ciertos comportamientos, y aquella como una capacidad agentiva transgresora que desafía las fronteras definidas por las relaciones de poder. Los autores proponen que una toma de postura respecto a una determinada forma semiótica, junto con la calibración de esa postura en relación con otros sujetos, son procesos que suceden en el curso de la interacción y que permiten no solo evaluar socialmente determinados objetos, sino también configurar las subjetividades. Así, una forma semiótica puede adquirir un cariz político en una determinada escala temporal y espacial si los interlocutores la interpretan como transgresora. Makihara y Rodríguez concluyen reivindicando el análisis etnográfico en glotopolítica para profundizar en nuestra comprensión de cómo las subjetividades políticas se conforman en la interacción.
En la sección “Pensamiento glotopolítico”, Luisa Martín Rojo se adentra en la figura de Michel Foucault, y lleva a cabo una exploración de los ejes de su pensamiento que nos permiten identificar su profunda conexión con la perspectiva glotopolítica. A partir de la problematización como elemento central del sistema foucaultiano de reflexión, Martín Rojo atraviesa categorías como crítica, discurso, racionalidad y política para visibilizar las complicidades entre el desarrollo de la lingüística y la sociolingüística como disciplinas académicas y la producción de condiciones de desigualdad.
La sección “Diálogos” está dedicada en esta oportunidad al catedrático jubilado de la Universidad de Bremen Klaus Zimmerman. A lo largo de la entrevista que le hizo José del Valle en su hogar berlinés el 27 de septiembre de 2019, asoma no solo el carácter de un sabio amable, sino un conocimiento de primera mano tanto de una serie de campos de investigación (la hispanística, la romanística, la sociolingüística de las lenguas indígenas) como de las interioridades de algunas de las instituciones implicadas en su devenir (la Asociación Alemana de Hispanistas o el Ibero-Amerikanisches Institut de Berlín).
En “Escenas y escenarios glotopolíticos”, José del Valle ofrece un recorrido visual por el Chile levantado analizando el despliegue del lenguaje de resistencia en los muros de Santiago, testigos de la insurrección que emergió en octubre de 2019, en un contexto más amplio de movilización popular en Latinoamérica, y que fue violentamente reprimida por el presidente Piñera. Además de articular este “estallido” insurreccional y su filtración en el lenguajeo de los muros con los históricos movimientos populares y estudiantiles en el país, Del Valle invita a reflexionar, entre otros temas, sobre la metáfora que codificó la insurrección en clave de “despertar chileno”, la resignificación del lenguaje de la guerra, la disputa por el espacio público y la toma simbólica de los muros como expresión de una ocupación real de las calles durante las movilizaciones.
En la sección “Semblanzas”, Juan Manuel Espinosa Restrepo escribe sobre una de las figuras principales del pensamiento lingüístico y filológico en lengua española: Rufino José Cuervo (1844-1911). A partir de un recorrido sobre algunos de los aspectos de la vida del filólogo colombiano, Espinosa plantea una serie de cuestiones glotopolíticas que Cuervo enfoca en textos capitales, como el Diccionario de construcción y régimen y en otros escritos “de ocasión”, como el prólogo al poema Nastasio de Francisco Soto y Calvo, cuestiones que atravesarán la discusión sobre el castellano a partir de entonces: la cuestión de la unidad, la cuestión de la supuesta fragmentación, la cuestión de la norma y el lugar de las élites en la configuración de esta.
La sección “Rincones del archivo” recoge en esta ocasión un objeto probablemente sorprendente, acaso inarchivable. Se trata de un análisis de la desactivación de los contenidos en español de la página web de la Casa Blanca tras la subida al poder de Donald Trump. Mike Mena examina esta supresión como una herramienta de exclusión y racialización de los hispanohablantes y como parte del discurso antiinmigrante que impulsó la campaña del presidente. Así, la eliminación de la lengua española del portal gubernamental –el no-texto, en palabras de Mena– contribuye a silenciar la voz de lxs latinxs, definiendo a su vez al ciudadano ideal –angloparlante, blanco y receloso del otro no-angloparlante, no blanco– que hará a América grande de nuevo.
En la sección “Traducción”, Diego Bentivegna vuelca al español “Diez tesis para la educación lingüística democrática” (1975) del grupo Giscel, del que formó parte, desde su fundación, el lingüista Tullio de Mauro. Se trata de uno de los textos más conocidos y que más presencia ha tenido en el debate político y pedagógico sobre la lengua en Italia. Es, al mismo tiempo, un documento de una tradición de pensamiento sobre los problemas de la lengua (la tradición italiana) que, como el propio De Mauro ha subrayado en diferentes oportunidades, se ha concebido de manera inextricable, al mismo tiempo, como una reflexión lingüística, como una reflexión histórica y como una reflexión política. En este punto, consideramos la traducción de las “Diez tesis” como un aporte para el conocimiento en nuestro ámbito de una línea de pensamiento que entendemos afín a la del proyecto glotopolítico.
Finalmente, en la sección “Reseñas” se presentan en este número lecturas críticas realizadas por tres investigarxs sobre tres libros de publicación reciente ligados a problemáticas glotopolíticas: Mateo Niro trabajó con La lengua en disputa. Un debate sobre el lenguaje inclusivo, de Beatriz Sarlo y Santiago Kalinowsky; por su parte, Virginia Unamuno se centró en el libro de Rebeca Barriga Villanueva, De Babel a Pentecostés. Políticas lingüísticas y lenguas indígenas, entre historias, paradojas y testimonios; por último, Fernanda Castelano Rodrigues abordó críticamente el libro Objeto língua, de Marcos Bagno.