Que América “vuelva” a hablar solo inglés

Mike Mena

El presente es un análisis de un no-texto, de una ausencia presente; o más concretamente, de cómo la supresión de los contenidos en lengua española del sitio whitehouse.gov contribuye a Make America great again (a “que América vuelva a ser grande”) al intensificar las condiciones previas a la construcción del ciudadano americano ideal. Donald J. Trump asumió el cargo de presidente el 20 de enero de 2017. La tarde de ese mismo día la Casa Blanca ya “había dejado de hablar español” (Bierman, 2017),1 o sea, White House En Español (sic, con E mayúscula) quedó en silencio, si bien respondiendo a los visitantes con un mensaje del servidor de la Casa Blanca que decía: “Page not found”. La Administración Trump liquidaba así el acceso a comunicados e información en español, que habían sido instituidos durante el segundo período presidencial de Bush y ampliados durante la presidencia de Obama. Aunque el presidente Trump se dirige al país (y al mundo) principalmente a través de su cuenta de Twitter, whitehouse.gov puede pensarse como una de las plataformas más formales desde las que el poder Ejecutivo se dirige tanto a ciudadanos como a no ciudadanos. Desde la toma de posesión, el tráfico de la web disminuyó primero y luego se estabilizó, alcanzando, solo durante el mes de junio de 2018, aproximadamente 3,5 millones de visitas de todo el mundo (Alexa, consulta del 1 de julio de 2018). El sitio whitehouse.gov sigue siendo una poderosa plataforma de comunicación para el presidente Trump.

Lo que queremos señalar en este comentario es la importancia y los efectos de a quién no se dirige el texto en cuestión: 1) la exclusión y racialización de las y los inmigrantes hispanohablantes, y 2) la invocación de una forma particular de comunión basada en el sentimiento antiinmigrante y en la ansiedad blanca.

¿Qué significa dirigirse a alguien?

En un sentido ordinario, dirigirse a alguien significa volverse hacia una persona para enviarle un mensaje. Como forma de dirigirse a la gente, no se puede separar a whitehouse.gov de los incontables medios, electrónicos y no electrónicos, de que dispone el presidente Trump: su cuenta de Twitter, la apenas activa cuenta en español de la Casa Blanca en el mismo medio (@LaCasaBlanca), las entrevistas telefónicas televisadas, los discursos en vivo, la retransmisión de estos en las noticias y otras plataformas multimedia, etcétera. Podríamos decir metafóricamente que todas estas modalidades colectivamente constituyen la “voz de Trump”.

Además de estas consideraciones, es crucial también situar su voz en el contexto de las condiciones políticas que hicieron posible su ascenso al poder. Los medios de información y comentaristas en general apuntan hacia una variedad de “razones” por las que Trump fue elegido, entre ellas la habilidad para controlar su imagen o definir la de sus adversarios, su estética de dictador populista, su aura de animador y su postura contra lo “políticamente correcto”. Es menos común, sin embargo, señalar el proceso de racialización como elemento central en la creación de un contundente bloque político de votantes blancos, una comunión blanca. Las declaraciones racistas de Trump (por ejemplo, que México envía a Estados Unidos “crimen” [sic] y “violadores”) reciben amplia cobertura de los comentaristas políticos de la prensa (escrita y televisada). Sin embargo, estos se suelen centrar en aclarar “lo que Trump realmente quiere decir” (Mena, 2017); es decir, orientan su comentario casi exclusivamente hacia la comparación entre el significado denotativo de las palabras de acuerdo con las convenciones del diccionario y el uso que de ellas hace Trump (y por ende cuán literalmente se lo debe interpretar). A pesar de que estas observaciones puedan ser a veces importantes, se debería atender también al modo en que Trump produce una comunión americana blanca, entre cuyos elementos más poderosos se encuentra el lenguaje: cómo y quién lo usa. Específicamente, Trump lleva a cabo esta operación elevando a los hablantes blancos de inglés y simultáneamente estigmatizando a los hablantes no-blancos de español.

Para analizar el no-texto aquí comentado o la presencia-ausencia de contenido en español podemos acudir al concepto bajtiniano de “direccionalidad” (Bajtín, 1996). Se trata de un rasgo constitutivo del uso del lenguaje y es su “cualidad de estar dirigido a alguien” (95). Podemos pensar en la ausencia del español como una manera de “doblarle la cara” a los hispanohablantes para dirigirse a otros. En lo que quisiéramos centrarnos en este caso es en que una entidad de gobierno que “habla español” (en concreto, la rama ejecutiva del gobierno estadounidense) tiene el poder de (des)legitimar el uso del español y a los hispanohablantes, sean o no ciudadanos. Según los medios de prensa “de izquierdas” e “independientes”, los latinxs (incluso los que no hablan español) sintieron que Trump les daba la espalda y se apartaba de ellos. Pero esto es solo una parte de la historia. Dirigirse a alguien implica, en efecto, dar la espalda y no dirigirse a alguien más. Pero también implica posicionarse —proveer una dirección— y posicionar a los hablantes en relación el uno con el otro. Como ocurre con nuestra propia dirección postal, sabemos cómo localizar nuestra casa en relación con otras direcciones en un mapa. Nuestro hogar, infundido de valores y prioridades, emerge en relación con otros hogares que no son el nuestro. En este sentido, cuando el presidente Trump se gira a hablar con alguien en inglés, lo hace desde una dirección anglohablante del presidente y una dirección anglohablante de la ciudadanía. Este dirigirse a sitúa al inglés en relación con todas las otras lenguas usadas en Estados Unidos. Podemos pensarlo como un acto que asigna una dirección privilegiada al inglés frente a otras lenguas. Y, cuando la dirección del inglés se unifica con dos de las direcciones más poderosas del mundo —la dirección de la Casa Blanca (Avenida de Pennsylvania núm. 1600) y su dirección electrónica, whitehouse.gov— todas las otras direcciones lingüísticas quedan en una relación jerárquica inferior al inglés. Pero no nos pongamos muy abstractos pues, como nos recordaría Bajtín, las lenguas emergen de la encarnación material y concreta de la vida, es decir, del cuerpo (Bajtín, 1983; Voloshinov, 1973).

El ciudadano ideal y el cuerpo racializado

Segun Bajtín (1996), todo uso del lenguaje es respuesta al uso que lo precede. Una respuesta “refuta, afirma, complementa o descansa en” (91) el lenguaje que usan los otros, y, de algún modo, con varios grados de explicitud, toma a los otros en consideración. Y esto es crucial: las palabras vienen de las personas, de los cuerpos. A los mítines de la campaña de Trump asistían casi todas personas que se identificaban como blancos. Y, al contrario de lo expresado por el folclor mediático, Trump no fue elegido solo con el voto de “la clase blanca trabajadora”. Fueron votantes que se identificaban como blancos, de todas las clases sociales y formación académica, los que llevaron a Trump a la victoria (Walley, 2017). Trump respondió y reforzó un mensaje particular de ansiedad blanca que resonó entre todos los grupos de votantes blancos. La estética trumpiana se presentaba a menudo en forma de xenofobia nacionalista con un odio particularmente vil contra un México ficticio, el cual supuestamente habría inundado los Estados Unidos de violadores y criminales, de inmigrantes que les roban el trabajo a los ciudadanos americanos, y de votantes “ilegales” que ponen en peligro la democracia. De hecho, Trump afirma que perdió el voto popular debido a los “votos ilegales” de inmigrantes indocumentados (Shear y Huetteman, 2017).2 Si situamos los gritos de protesta de Trump como una respuesta en el tiempo y el espacio, comprobamos que Trump sigue aprovechando con éxito la ansiedad blanca y el resentimiento hacia el otro, el no-ciudadano, el no-asimilado. Como Trump declaró durante uno de los debates presidenciales republicanos de 2015, “para asimilarte, tienes que hablar inglés”, y “este es un país donde hablamos inglés, no español”. En términos nada vagos, Trump ha definido aún más a quienes cuentan como ciudadanos legítimos: los hablantes de inglés. Pero el ideal trumpiano de ciudadano no solo adopta una auralidad específica (un sonido), el ciudadano adquiere un cuerpo (una imagen). En términos bajtinianos, Trump respondió a una percibida ansiedad blanca, y los votantes que se identifican como blancos respondieron con su voto. Para abordar la ansiedad blanca se require un enemigo no blanco. Aquí es donde Trump sobresale: figurando un cuerpo no blanco al que temer.

A inicios del 2018, Trump empezó a asociar fuertemente a los inmigrantes y las deportaciones con la afiliación transnacional de la Mara Salvatrucha (MS13), un grupo notorio por su violencia, pero también por su imagen: descamisados, cubiertos de pies a cabeza de tatuajes y, más importante, de piel oscura. En mayo del 2018, la Casa Blanca (whitehouse.gov) publicó una declaración formal titulada “Lo que se necesita saber sobre los violentos animales de la MS13” (sic).3 En otros mítines y conferencias, les había dicho a sus seguidores que la MS13 “se aprovecha de nuestros ciudadanos inocentes”, que desmiembran a sus víctimas y específicamente que “las cortan en pedazos”. En varias ocasiones, Trump ha usado su cuenta de Twitter para felicitar victoriosamente a los “fantásticos agentes de ICE (Inmigration and Customs Enforcement) y de la Patrulla Fronteriza” por proteger a los ciudadanos americanos a través de la deportación de inmigrantes. Este es solo un ejemplo de racialización del inmigrante que traza una línea directa desde la amenaza al cuerpo de color. Pero Trump usa una variedad de maneras sutiles de figurar el cuerpo de la amenaza. Cada vez que se dirige a sus seguidores blancos sobre inmigración y deportación establece una dirección: América es nuestra “casa” y cualquier otro lugar no es América. América debe ser protegida por el ciudadano americano ideal que se ve y suena como los votantes de Trump. Cada vez que Trump se dirige a sus seguidores (en inglés), los llama a que se giren hacia él en busca de protección, e, igual de importante, que se giren los unos hacia los otros y (re)afirmen la ansiedad blanca y el resentimiento hacia el otro.

Making America English-only (Again?)

Este breve comentario pretende advertir los efectos productivos de un no-texto y al mismo tiempo situarlo históricamente como parte de un proceso de racializacion del español y de los hablantes de español en los Estados Unidos. Además, afirmamos que el uso del lenguaje va acompañado de una imagen y un sonido; en otras palabras, de los cuerpos a los que se les otorga valor y que están políticamente situados en la sociedad americana. Es probable que los seguidores de Trump sostengan creencias ideológicas similares acerca de cómo el ciudadano americano ideal “se ve” y “suena”. En este sentido, no hay necesidad de una versión de whitehouse.gov en español, ya que un ciudadano americano ideal no habla más que inglés. Es así cómo Estados Unidos “volverá” a ser grande: la producción de un Estados Unidos ideal, “solo en inglés” y sin inmigrantes, un Estados Unidos totalmente ficticio. En lugar de conceptualizar la eliminación de “En Español” como un silenciamiento de las voces latinxs, tal vez sería más productivo considerarla como una doble forma de dirigirse a (parte de) la ciudadanía: dirigirse a los ciudadanos blancos y al mismo tiempo asignarles una dirección comunal blanca. Es un grito de guerra dirigido a una ansiedad blanca que chilla a través de su propio silencio, que se hace presente a través de su gran ausencia, que interpela a unos, pero no a otros. Con este propósito, hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande implica rearticular una nostalgia impregnada de la racialización de cuerpos que hablan lenguas distintas al inglés.

Referencias

Alexa: Keyword Research, Competitive Analysis, & Website Ranking. 1996,

https://www.alexa.com.

Bajtín, Mijail (1986). The Problem of Speech Genres. Speech Genres and Other Late Essays, 60–102. doi:10.2307/3684926.

Mena, Mike (2017). “I Know It, You Know It, Everybody Knows It: Trump’s Words and Shifty Information”. LL Journal,  12 (2): 1-–9.

Voloshinov, Valentin. (1973). Marxism and the Philosophy of Language. Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press.

Walley, Christine J. (2017). “Trump’s Election and the ‘White Working Class’: What We Missed.” American Ethnologist, 44 (2): 231-2–36. doi: 10.1111/amet.12473.

1 Noah Bierman “No habla espanol? The White House website no longer speaks Spanish”, Los Angeles Times, 23 de enero de 2017.

2 Michael D. Shear y Emmarie Huetteman, “Trump Repeats Lie About Popular Vote in Meeting With Lawmakers”, New York Times, 23 de enero de 2017, disponible en https://nyti.ms/2WflRaT.

3 WhiteHouse.gov, “What You Need To Know About The Violent Animals of MS-13”, 21 de mayo de 2018, https://www.whitehouse.gov/articles/need-know-violent-animals-ms-13/

 

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