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Estudio lexicográfico de la lengua de la moda en una revista de alta gama: mecanismos de creación y formación léxica

Diálogo de la Lengua 

PILAR FERNÁNDEZ MARTÍNEZ
Universidad CEU San Pablo
pfernan@ceu.es

RESUMEN: El léxico es uno de los elementos más relevantes, si no el que más, que caracteriza, en su conjunto, las lenguas especiales. En el presente trabajo abordamos el estudio lexicográfico de una lengua de especialidad: la lengua de la moda, tomando como base la tirada anual de una revista de alta gama. Para ello hemos seguido la metodología propia de la Lingüística Aplicada, combinando el análisis cuantitativo y cualitativo. Mostraremos el alto porcentaje de términos procedentes de otras lenguas, así como los principales mecanismos de formación de dichas voces. En la segunda parte del artículo ofrecemos un glosario de las voces objeto de nuestro estudio.
Palabras clave: léxico, moda, préstamos, xenismos, formación léxica.

0. INTRODUCCIÓN
Es de todos sabido que el mundo de la moda ha creado su propio léxico (Rivière, 1996;
Montoya, 2001), una terminología particular que se ha convertido en un fasolecto (Jiménez Ruiz, 2001).

Voces como look , denim, ad lib, jeggings, british, casual, clutch, coolhunter, grunge… llenan 1 los textos de las informaciones relativas a la moda. No se trata solo de un léxico que los fashion victim –o víctimas de la moda– deban conocer si no quieren quedarse fuera, sino que es el lenguaje usado habitualmente en los medios de comunicación cuando hacen referencia a los eventos relacionados con el ámbito empresarial de la moda, y el léxico que encontramos en la prensa especializada.

Con palabras de Isabel Montoya, podemos afirmar que los términos que conforman el léxico de la moda pertenecen a un lenguaje de especialidad, “a un tipo de los lenguajes de especialidad, el sectorial, tanto por el número restringido de sus usuarios como por el de las circunstancias específicas en que se emplea” (Montoya, 2001: 248). Los lenguajes sectoriales son un eslabón intermedio entre los argots y los lenguajes científico-técnicos (Rodríguez Piñero y Gª Antuña, 2009); son lenguajes que forman parte del sistema general de la lengua, pero tienen ciertas particularidades ya que son propios de determinadas actividades y profesiones.

El léxico de la moda es el léxico de los diseñadores, de los modistas, de las pasarelas, de los figurinistas y de todos aquellos que participan en una industria que mueve millones de euros, pero es también el léxico del comunicador, del periodista que acerca los acontecimientos de este mundo a un individuo ajeno, en principio, a ese grupo social. Es un lenguaje “en el que no se percibe una finalidad críptica por parte de los usuarios” (Montoya, 2001: 249), pero en el que la incesante creación de términos nuevos, de neologismos e incorporación de extranjerismos puede convertirlo en algo totalmente oscuro: el hablante no familiarizado con este léxico será incapaz de entender la información que se le está ofreciendo.

El neologismo y la incorporación de términos foráneos en el ámbito de la moda han sido una constante a lo largo de la historia, y también lo es hoy; tal vez porque, como señala M. Rivière (1996), en esta área los españoles siempre hemos mirado hacia fuera, o tal vez porque vivimos en un mundo donde las nuevas tecnologías introducen con gran rapidez toda clase de barbarismos y voces procedentes de otras lenguas: “El neologismo ya no se origina madurándose dentro de un ambiente científico, seguido quizás de una lenta penetración en el lenguaje vulgar –decía Antonio Colino en su discurso de ingreso a la RAE en el año 1972–, sino que surge en la noticia o en la información periodística y pronto se transforma en lenguaje común por la virtualidad de su uso” (Colino López, 1972).

Efectivamente, como en más de una ocasión hemos puesto de manifiesto, el lenguaje periodístico participa de la lengua común, pero al mismo tiempo incide en esta, popularizando y extendiendo usos propios de otras lenguas sectoriales: el periodista se convierte en transmisor y catalizador. Y en lo que concierne a la lengua de la moda no podía ser de otra manera: En el momento en que la moda se afirma como objeto sublime, se enriquece el léxico que designa a la persona a la moda y el «último grito» en materia de elegancia. A partir del siglo XIX se habla de los «bellos», de los «fashionables», de los «dandys», de «leones y leonas», de «currutacos», de «lechuguinos y lechuguinas». Los primeros decenios del siglo XX verán la aparición de expresiones como «a la última», «vivir con su tiempo», «up to date». A la multiplicación de los discursos de moda corresponde una aceleración y una proliferación del vocabulario «a la moda», redoblando el culto moderno de lo efímero. (Lipovetsky, 1996: 94).

En el presente trabajo hemos querido acercarnos a ese vocabulario de la moda o “a la moda” del que nos hablaba Lipovetsky, y ofrecer no solo el significado de unos términos desconocidos por muchos de los usuarios de la lengua española, sino mostrar también la alta frecuencia de términos procedentes de otras lenguas, así como los principales mecanismos de formación de dichas voces.

Partimos de la hipótesis de que el léxico es uno de los elementos más relevantes, si no el que más, que caracteriza, en su conjunto, las lenguas especiales. El léxico conforma, crea y consolida este tipo de lenguaje, e incide y permeabiliza la lengua común, de ahí la importancia de su estudio y análisis.

1. METODOLOGÍA
En los últimos años, la Teoría General de la Terminología (Wüster, 1998) ha sido puesta en tela de juicio por no tener en cuenta los aspectos comunicativos de los términos especializados. Sus limitaciones provocaron la aparición de una teoría de base comunicativa que explica la complejidad de los términos y su aparición en los discursos especializados, y que considera la terminología como una materia interdisciplinar: me refiero a la Teoría Comunicativa de la Terminología desarrollada por Cabré (1999). Según esta autora, el objeto de estudio de esta nueva teoría, no será los términos considerados como elementos aislados, sino que estos poseerán un valor concreto en el momento que pasen a formar parte de un discurso específico que se produce en un contexto y situación determinados. Aplicando estas teorías a nuestro estudio, esos términos poseen un valor específico al formar parte de una lengua de especialidad: la lengua de la moda.

Como antes hemos señalado, el léxico es uno de los elementos más relevantes que caracteriza
las lenguas especiales (Pérez Pascual, 2012). De ahí la importancia de su conocimiento por parte del usuario que quiere acercarse a esa lengua de especialidad: el desconocimiento de la terminología específica de dicha lengua convertirá el mensaje en un discurso críptico al que el hablante será incapaz de acceder.

Aunque parece no haber acuerdo en dar una definición exacta de lo que entendemos por lenguas de especialidad (Rodríguez Piñero y García Antuña, 2009), sí podemos afirmar que todos los estudiosos coinciden en que serán el léxico y las marcas discursivas las que evidencien la separación existente entre la lengua común y la lengua de especialidad.

Cuando abordamos el mundo de la moda, esa terminología y esas técnicas discursivas presentan unas marcas específicas que trataremos de poner de manifiesto en el presente trabajo.

Para ello hemos seguido la metodología propia de la Lingüística Aplicada, combinando el análisis cuantitativo y cualitativo. Hemos seleccionado el material en el que se iba a basar nuestro estudio: los doce números que constituyen la tirada anual de la revista Telva. Elegimos esta revista porque es la única de origen español, con más de 50 años de vida editorial ininterrumpida, y con una influencia importante en el lector ya que es la revista de alta gama más vendida en los quioscos durante los últimos diez años: según los datos de OJD de 2014, el número de ejemplares de la revista ascendió a un total de 103.974, y su difusión total fue de 142.013 . Quisimos centrarnos en el año 2015, con el fin de tener una muestra completa de un año en curso y al mismo tiempo un referente actual del léxico utilizado. En Telva, el ámbito de la moda está presente en todos sus números y no solo en las secciones específicas para ello –moda o lo último moda–, sino que se hace explícito desde la portada y se desliza en los reportajes, en las entrevistas a distintas personalidades de la actualidad (con frecuencia se describe cómo van vestidos, convirtiéndose de este modo en modelos prestigiosos que deben ser seguidos), en el sumario de la revista, o en la página Telva.com.

Tras la lectura de los doce números que constituyen la tirada editorial anual (año 2015), hemos procedido al vaciado de términos específicos de moda, y hemos elaborado un corpus de 317 términos que constituyen una buena muestra del vocabulario propio de esta lengua sectorial.

Una vez obtenidas las voces objeto de estudio hemos procedido a un análisis cualitativo en el que exponemos no solo el significado de dichas voces, sino también la postura y alternativas que ofrecen entidades preocupadas por el buen uso de la lengua española, tales como la Fundéu o la propia Real Academia Española. Los objetivos fundamentales del presente trabajo son poner de manifiesto los principales mecanismos de creación léxica que se dan en esta lengua de especialidad; mostrar el alto porcentaje de términos procedentes de otros idiomas, y ofrecer el análisis léxico de un corpus terminológico representativo del lenguaje sectorial de la moda.

2. EL DISCURSO DE LA MODA EN LA REVISTA TELVA: UN ACERCAMIENTO A LAS PRINCIPALES TÉCNICAS DISCURSIVAS
La comunicación especializada tiene como objetivo principal la información clara y precisa; esto no quiere decir que no pueda valerse de diferentes técnicas discursivas con el fin de lograr incidir en el interlocutor (Cabré y Enterría, 2006), y, como Paz Hinojosa afirma, estas se hacen palpables en la prensa femenina (Hinojosa Mellado, 2007) En la revista Telva estas técnicas discursivas muestran un predominio claro de la modalidad yusiva, así como de la función apelativa. Desde la portada de la revista se hace palpable la utilización de diferentes recursos lingüísticos con los que se trata de incidir en el destinatario: ya sea mediante el uso de un pronombre inclusivo: “Vamos de fiesta” (julio), “Entramos en un congreso…” (agosto), “Estuvimos allí…o nos lo han contado” (junio); o por el tuteo con el que, desde el primer momento, se consigue borrar cualquier tipo de barrera con el fin de que el receptor se sienta parte integrante de una relación de complicidad: “Todo lo que necesitas saber para estar al día…”(febrero), “20 piezas denim para tu armario” (marzo), “Inspírate en los 70…” (agosto), […] “Atrévete con el color” (septiembre), “¿Cómo te lo vas a poner?” (octubre), etc.

Técnica propia de la función apelativa será también el uso predominante de los verbos en imperativo, con lo que se logra recrear la magia de la lengua oral, y por tanto el acercamiento con el destinatario: “Rescata los clásicos que funcionan, como unos mocasines, una cazadora vaquera, o un jersey de canalé, y actualízalos mezclados con piezas de tendencia” (marzo).

El diseño, la fotografía, el papel couché, envuelven al lector en el mundo de “lo bello”, en un mundo de seducción del que quiere formar parte y en el que la lengua es una gran protagonista. Parafraseando a Lipovetsky, podríamos decir que moda, publicidad y lengua se aúnan para convertirse en “cosmético de la comunicación”. El ambiente idealizado seduce al lector, maquilla la realidad, y, las técnicas discursivas empleadas se convierten en un elemento clave para lograr este mundo de ensueño.

De ahí que abunden recursos inherentes a la lengua literaria, tales como:
a) imágenes, símiles y metáforas: “Corsarias del asfalto [para hacer referencia a unas b o t a s ] ” ( a b r i l ) ; “ E l cashmere c o m o s e g u n d a p i e l [… ] b a i l e d e chaquetones…” (septiembre);
b) personificaciones: “Los plisados de Balmain se rinden al glam y las lentejuelas se llevan de noche y en rojo. Así de literal” (septiembre), “Las pieles abrazan vestidos cuajados de rosas rojas y el encaje tiene un idilio con la chaqueta militar” (noviembre);
c) sinestesias: “Delicioso punto” (febrero); “Dulce y tan suave” [referido al tono que predomina en las prendas] (diciembre), “Piensa en rosa. Ni demasiado azucarado, ni demasiado infantil. El color del momento pierde su inocencia […]” (octubre);
d) hipérboles: “Que vienen las curvas! Hoy, las curvies lideran una revolución” [para hacer referencia a las tallas grandes] (agosto);
e) antítetesis: “Lo (in)visible” (abril), “Masculino vs. Femenino” (agosto);
f) dobles sentidos, juegos de palabras, paronomasias: “Ante todo ante” (mayo)”, “¡Ochentízame! Este otoño los 80 vuelven con fuerza…” (octubre).

Podemos afirmar que el discurso de la moda es un discurso que se ha convertido en un fasolecto donde los recursos expresivos son manejados para incidir en el destinatario y donde la creatividad léxica parece no encontrar barreras y hace gala de un incremento constante de neologismos.

3. LA TERMINOLOGÍA DE LA MODA EN LA REVISTA TELVA

3.1. Análisis del léxico: préstamos, xenimos y términos patrimoniales .

La lengua de la 3 moda es una lengua de especialidad que se caracteriza por tener un altísimo porcentaje de voces foráneas. Estas voces no patrimoniales transmiten indudables connotaciones positivas, ya que impregnan el mensaje de un halo de seguridad científica, y esto prestigia el discurso pero, por otro lado, pueden llegar a convertirlo en críptico. La incorporación de extranjerismos al lenguaje sectorial de la moda no es algo nuevo. A lo largo de la historia son muchas las voces que el español ha tomado de otras lenguas para designar las prendas propias de nuestra vestimenta. El hecho de que mayoritariamente la industria de la moda estuviese más allá de nuestras fronteras hizo que adoptásemos como nuestras aquellas palabras que designaban esas nuevas telas, confecciones, prendas, etc., que iban formando parte de nuestra vida; pensemos en voces tan arraigadas como “pijama” (del ingl. pyjamas, este del hindi pā[e]ǧāma, y este del persa pā[y]ǧāme ‘prenda de pierna’), “jersey”, (del ingl. jersey), “chaqueta” (de jaqueta), ‘blusa’ (del fr. blouse ), etc.

Un repaso por las distintas ediciones de los diccionarios académicos nos muestra la gran cantidad de galicismos que tuvieron entrada en el S. XVIII y la masiva llegada de anglicismos en el presente y pasado siglo.

Tales incorporaciones convierten el léxico de la moda en una terminología especial, alejada de la lengua común en cuanto a su creación se refiere, pero próxima a esta en cuanto a la divulgación que tales vocablos tienen entre la población, y en la que los medios de comunicación juegan un papel relevante.

Isabel Montoya (2001) afirma que el léxico propio de la lengua sectorial de la moda se caracteriza por una clara preferencia por la incorporación de voces propias de otras lenguas y por un predominio de las composiciones sintagmáticas. Ambas cuestiones se ponen de relieve cuando nos acercamos al léxico de la moda que se refleja en la revista Telva.
En el análisis de los 317 términos que constituyen el corpus objeto de estudio, tan solo hallamos un 18,9% de voces patrimoniales; el 81% restante lo forman voces procedentes de otros idiomas, algunas de las cuales han sido ya adaptadas a nuestra lengua –préstamos–, mientras que otros muchos lemas siguen siendo extranjerismos crudos (63,3%).

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