JOSÉ LUIS RAMÍREZ LUENGO
Universidad Autónoma de Querétaro
joseluis.ramirezluengo@gmail.com
RESUMEN: En contraste con la idea tradicional de que la ortografía de los siglos XVI al XVIII es un caos sin sentido, este trabajo postula que, en realidad, en esta época existe una estandarización en proceso que presenta las siguientes características: a) el mantenimiento de diferentes tendencias gráficas históricas; b) la laxitud en su aplicación, y c) la evidente preferencia por una determinada solución gráfica en una voz (fosilización gráfica). De acuerdo con estas ideas, este estudio pretende analizar el empleo y la decadencia del grafema <ç> en documentos españoles y bolivianos de los siglos XVI al XVIII, con el propósito no solo de describir el proceso y el momento en el que se produce, sino también la relación que puede ser establecida entre tal decadencia en la escritura y las normas que proponen los preceptistas y la Real Academia Española al respecto. Palabras clave: historia del español, ortografía, <ç>, siglos XVI-XVIII, documentos de archivo.
1. REVISANDO LA HISTORIA DE LA ORTOGRAFÍA EN LA ÉPOCA MODERNA (SIGLOS XVII-XIX)
Frente a la visión tradicionalmente aceptada por los estudiosos –algunos de la talla de Rosenblat (1951: 130), Zamora Vicente (1999: 378) o el propio Lapesa (1981: 421-422)– de que los usos gráficos de los siglos XVII y XVIII muestran en el español una situación que se puede definir como caótica y que es herencia de la que existe en momentos previos de su historia, la aparición de nuevos estudios que se acercan a este mismo tema comienzan a dibujar un escenario que no concuerda del todo con la afirmación anterior, y que da la razón a Frago (2010: 119) cuando indica que “un mínimo conocimiento de los manuscritos e impresos compuestos en América durante el periodo colonial es suficiente para poder rechazar tajantemente la especie que a veces circula en la bibliografía lingüística en el sentido de que su ortografía llegó a ser «caótica»” (Frago, 2010: 119): en efecto, trabajos muy recientes sobre diferentes cuestiones gráficas –grafías, acentuación o sistema abreviativo, por ejemplo– que se basan en corpus españoles y americanos tanto del siglo XVIII (Ramírez Luengo, 2013: 26-48, 2014; Díaz Moreno, 2014) como de la centuria siguiente (Ramírez Luengo, 2012, en prensa; Almeida Cabrejas, 2014) comienzan a dibujar una serie de regularidades y reiteraciones en los textos que parecen estar determinadas por factores muy diversos, pero que en todo caso ofrecen una perspectiva diferente de esta cuestión que obliga a matizar la idea de la incoherencia y/o inconsistencia de los usos gráficos en las épocas ya mencionadas.
De este modo, quizá sea más apropiado entender la situación de la escritura de estos momentos más bien como un ejemplo prototípico de estandarización en proceso que muestra por lo menos cuatro de las características fundamentales que definen este concepto (Ramírez Luengo, en prensa): a) el mantenimiento y empleo de diferentes tendencias gráficas de profunda raigambre histórica; b) la laxitud en su aplicación, o si se quiere, la falta de aplicación constante de una única tendencia ; c) la clara preferencia en ocasiones por una determinada solución gráfica en una voz o 2 un conjunto de voces concretas (fosilización gráfica); y d) la lógica o coherencia que los usos gráficos presentan dentro de su contexto, es decir, dentro de una interpretación del sistema de escritura como la que se defiende en estas páginas.
De todo lo anterior conviene destacar especialmente para los objetivos de este trabajo el punto a), que tiene que ver con la convivencia, en la escritura de una época, de diferentes tendencias gráficas, entendidas estas como ‘conjuntos de soluciones gráficas aceptadas socialmente en un momento concreto’ (Ramírez Luengo, 2012: 168); a este respecto, es necesario hacer hincapié en que, como bien señala Frago (2007: 146), “en la práctica escrituraria coexistían tendencias diversas de diferente arraigo, de las cuales unas iban imponiéndose lentamente sobre sus variantes”, en un proceso que determina el empleo de unas u otras grafías rivales de acuerdo con criterios muy variados , pero que terminará, con el paso del tiempo, por “generalizar una de tales tendencias y 3 transformarla, por tanto, en norma ortográfica, con la consecuente pérdida de la flexibilidad ya mencionada, entre otras consecuencias de muy diversa índole” (Ramírez Luengo, en prensa). Pues bien, no cabe duda de que el análisis y estudio de estas rivalidades que se establecen entre las diferentes tendencias gráficas a través del tiempo, así como del triunfo de una de ellas en un momento concreto, constituyen una labor de importancia capital si lo que se pretende es comprender de manera más profunda cómo –y en qué momento– se configura la moderna ortografía del español, que en definitiva no es sino el resultado final de la estandarización en proceso ya descrita que es posible observar en los textos, tanto manuscritos como impresos, que se redactan en todo el ámbito hispánico durante los siglos XVII, XVIII y XIX.
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