LA Real Academia Española abrirá esta semana en Shanghái un pionero centro de investigación y estudio destinado a fomentar y difundir el conocimiento y el uso del español panhispánico. Lo anunciaron hace unos días la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), que ven en su colaboración con la Universidad de Estudios Internacionales de Shanghái, y en la posibilidad de incluir el castellano como segunda lengua opcional de estudio y enseñanza junto al inglés, el ruso y el japonés, una oportunidad para adentrarnos en un territorio predestinado a protagonizar un futuro estratégico.
También fue hace unos días, concretamente el domingo de la semana pasada, cuando Corea del Norte celebró el 70º aniversario de su fundación con un espectacular desfile militar que, a diferencia de en ocasiones anteriores, no contó con la exhibición de sus armas más mortíferas y disuasorias, como los torpedos nucleares o los misiles intercontinentales, y sí, sin embargo, con lemas que aludían al progreso científico, económico, educativo y de infraestructuras que desea alcanzar la República Popular Democrática.
Ambos hechos merecen nuestra atención. El primero, por constituir un paso de gigante en la expansión y la influencia del español en un contexto tan goloso como la República Popular China. El segundo, por ser la primera conmemoración que se celebra tras el acuerdo de no proliferación y desnuclearización alcanzado entre Donald Trump y Kim Jong-un el pasado 12 de junio en Singapur. Sin embargo, los medios de comunicación se volcaron, de forma prioritaria, en el encuentro entre el presidente de la Federación Rusa, Vladímir Putin, y su homólogo chino Xi-Jinping, tanto en el Foro Económico Oriental de Vladivostok, como en las maniobras conjuntas Vostok-2018, realizadas, entre otros contextos, en Siberia Oriental.
Todo ello, debido al morbo que genera ver a los dos grandes rivales políticos y económicos de Donald Trump afianzando una cooperación comercial, energética, monetaria y militar que, sin embargo, no es ni nueva ni atípica, sino que forma parte de la histórica relación de entendimiento y colaboración entre las dos grandes potencias.
Lo que sí podría llamar nuestra atención es el repentino giro hacia Corea del Norte que están dando todos los grandes actores internacionales. Pues si Pyongyang y Washington anuncian ya una nueva cumbre de negociación y entendimiento, Moscú revelaba esta semana una mayor colaboración con las dos Coreas a través de una línea férrea y un nuevo gasoducto, y Beijing era la invitada especial de los festejos conmemorativos de sus 70 años de renovada soberanía.
Veremos lo que da de sí la cumbre entre las dos Coreas de esta semana, y si la cobertura mediática de su nueva promesa de cooperación económica y hasta en materia de seguridad, no desvía la atención de otras efemérides igual de relevantes, al menos, para nosotros.
Por JOSÉ MANUEL ESTÉVEZ SAÁ
Anuario de Glotopolítica 
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