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EXTRANJERISMOS, HABERLOS HAYLOS

Lo interesante de los extranjerismos es ver si se han acomodado a los patrones típicos del español o han preferido mantener las grafías originales

 

elnortedecastilla.es

Por MARÍA ÁNGELES SASTRE

Un porcentaje elevado de las palabras que constituyen el léxico de un idioma son las que proceden de otros idiomas con los que este haya tenido contacto (un contacto más o menos directo, más o menos intenso o más o menos dilatado en el tiempo).

Este es el recurso utilizado para incorporar nuevos términos a una lengua. Nuestra lengua lo cumple a rajatabla y lo ha cumplido a lo largo de sus casi mil años de historia. Que palabras incorporadas hace siglos hayan perdurado (o no) ha dependido de factores externos a la propia lengua (políticos, económicos, socioculturales, etcétera). Piensen, por ejemplo, en cómo se introdujeron y asimilaron los arabismos durante el dominio musulmán de la Península Ibérica (entre los siglos VIII y XV), los galicismos en la Edad Media y en el siglo XVIII, los indigenismos como consecuencia del asentamiento de los españoles en los territorios americanos recién descubiertos y los italianismos en el Renacimiento; y en la masiva incorporación de anglicismos como consecuencia del dominio anglosajón desde el siglo XIX.

En otras ocasiones he hablado en esta sección de la necesidad de los préstamos (o extranjerismos) que se incorporan a la lengua para referirse a realidades nuevas cuando la propia lengua no dispone de palabras para ello (como es el caso de ‘tomate’, ‘cacao’ o ‘chocolate’, procedentes del náhuatl, la lengua del imperio azteca, completamente asentados y sin competencia en español).

En otros casos la introducción y aceptación del extranjerismo es el resultado de la influencia de lenguas de gran prestigio en un momento dado o de preferencias estilísticas que favorecen la adopción de un término extranjero en detrimento del utilizado normalmente en la lengua propia. En el ‘Diálogo de la lengua’, obra escrita en 1535 por Juan de Valdés, el autor ilustra estas reflexiones de manera muy acertada, aunque algunas soluciones no hayan llegado hasta la época actual: «es menester que entendáis cómo de la lengua arábiga ha tomado muchos vocablos; y habéis de saber que, aunque para muchas cosas de las que nombramos con vocablos arábigos tenemos vocablos latinos, el uso nos ha hecho tener por mejores los arábigos que los latinos; y de aquí es que decimos antes ‘alhombra’ que ‘tapete’, y tenemos por mejor vocablo ‘alcrevite’ que ‘piedra sufre’, ‘azeite’ que ‘olio‘, y, si mal no me engaño, hallaréis que para solas aquellas cosas que habemos tomado de los moros, no tenemos otros vocablos con que nombrarlas que los arábigos, que ellos mismos, con las mismas cosas, nos introdujeron»

Seguimos utilizando los términos ‘alfombra’ para cubrir el piso y ‘tapete’ para poner sobre un mueble, aunque el ‘Diccionario de la lengua española’, de la RAE registra una segunda acepción para ‘tapete’: «alfombra pequeña»; ‘alcrebite’ es hoy un término desusado frente a ‘azufre’; y los términos ‘aceite’ y ‘óleo‘ se han especializado: se usa ‘óleo’ para hacer referencia al aceite consagrado que se usa en los sacramentos y en algunas ceremonias y ‘aceite’ para el obtenido de frutos o semillas y de algunos animales, aunque el diccionario académico registra otros significados específicos de ‘óleo’: a) aceite de origen vegetal, especialmente el de oliva; b) pintura al óleo; y c) obra pictórica realizada con pintura al óleo.

Como ven, extranjerismos ha habido siempre en español, igual que en todas las lenguas. Lo interesante de los extranjerismos es ver cómo se han comportado y cómo lo hacen ahora, es decir, si se han acomodado a los patrones típicos del español o si, por el contrario, se ha preferido el mantenimiento de las grafías originales. En el primer caso, los lingüistas hablan de préstamos adaptados; y en el segundo, de préstamos crudos, pero7 pueden admitirse gradaciones.

Unos pocos ejemplos: ‘fútbol’ (del inglés ‘football’) y ‘bisturí’ (del francés ‘bistouri’) son casos claros de préstamos adaptados, mientras que ‘light’ y ‘best seller’ lo son de préstamos crudos. A medio camino está ‘club’, pronunciado /klúb/, a la española. De las acomodaciones de los extranjerismos me ocuparé en otra ocasión.

 

 

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