Artículos

Visibilizar o interpretar: respuesta al Informe de la Real Academia Española sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas (2020)

Ártemis López
Susana Rodríguez Barcia
María del Carmen Cabeza Pereiro

Universidade de Vigo

Contexto

En julio de 2018 el gobierno socialista español solicitó a la Real Academia Española (RAE) que realizase un informe sobre la adecuación de la Constitución española a un lenguaje inclusivo que diese cuenta de la situación actual de las mujeres en la sociedad y, por ello, que ofreciese mayor visibilidad a un colectivo tradicionalmente minorizado e invisibilizado. Es cierto que la concepción de “lenguaje inclusivo” que se maneja en la solicitud es binaria, pues específicamente se insiste en el hecho de que las mujeres sean nombradas, pero no se menciona a las personas no binarias. Esto no le resta importancia al requerimiento de cambio, pues toda revolución comienza dando pequeños pasos. En cualquier caso, la Academia, por su parte, se mostró reticente con respecto al «trámite» (Seisdedos, 2018) y demoró la publicación del informe hasta el 16 de enero de 2020, y en concreto no fue hasta cuatro días después cuando al fin se le dio luz en una rueda de prensa ofrecida por el director actual, Santiago Muñoz Machado. Entre medias, Darío Villanueva, el antiguo director, afirmaba en los medios que «el problema está en confundir la gramática con el machismo» (ibíd.) y puso de manifiesto su disconformidad con las propuestas de las guías de lenguaje inclusivo. De igual modo, subrayó las dificultades de la tarea asignada y dio a entender que no se apartarían de su doctrina. Efectivamente así fue, el resultado del informe no supuso sorpresa alguna, y coincidió plenamente con las declaraciones previas. A la vista de esta polémica y del retraso de la RAE en la respuesta, en junio de 2019 la traductora e intérprete Karen Giselle Engster Appezzato realizó como TFG en la Universidade de Vigo una propuesta de redacción inclusiva de la Constitución Española junto con un estudio previo en el que explicaba y justificaba su propuesta de redacción. El TFG, dirigido por una de las firmantes de este texto, fue valorado con sobresaliente y galardonado con el primer premio Sofía Novoa Ortiz; pero lo más importante es que dejaba claro que una redacción inclusiva, al menos binaria, era posible sin necesidad de cargar el texto ni de dificultar su legibilidad. Muy por el contrario, la propuesta evitaba algo de lo que todo texto legal debe alejarse: la interpretación. Destacamos así esta palabra porque será varias veces repetida en el informe académico como mecanismo lingüístico recurrente usado por la RAE con el fin de dejar claro por su parte que, a partir del uso del masculino genérico, es posible inferir la presencia de las mujeres. Retomaremos más adelante esta apreciación por la importancia que posee en el análisis del texto la dicotomía certeza/interpretación. En cualquier caso, la solicitud expresada por Carmen Calvo, vicepresidenta del Gobierno, aunque tenida en cuenta como base para el referido TFG, se rechazaba por parte de la RAE en una propuesta de mínimos que nos corresponde como lingüistas explicar y rebatir por lo complejo de la problemática social que conlleva.

Antes de comenzar a analizar el informe de la RAE también es importante destacar que somos conscientes del rechazo general que, con excepciones, provoca el tema del lenguaje inclusivo, como demuestra que días después de que este informe se hiciese público, Carmen Calvo se encontrase con otra polémica directamente relacionada, pues fue objeto de mofa en las redes sociales tras solicitar que “Congreso de los Diputados” pasase a denominarse “Congreso”, por analogía con el “Senado” además de por evidentes motivos de carácter inclusivo. Pese a la lógica aplastante de su solicitud y el carácter lícito de esta en clave inclusiva, los medios y las redes no escatimaron en memes y apodos como “Carmen Calva” para vejar sin argumentos a la Vicepresidenta por el hecho de expresar un deseo de igualdad sin repercusión negativa para ningún ser humano.

Resumen del informe

El contenido del informe, aunque harto conocido para lingüistas y para los medios de comunicación, es posible que no haya llegado en su compleción a la sociedad en general. No se espera una lectura exhaustiva de este, pero sí es importante que algunos detalles se trasladen al conjunto de hispanohablantes, independientemente de sus condiciones de acceso a la lectura especializada. Por ello, reducimos en una serie de puntos los elementos principales del referido texto:

  1. El informe se divide en dos documentos: uno es la respuesta a la solicitud de adaptación de la Constitución española al lenguaje inclusivo (Informe de la Real Academia Española sobre el uso del lenguaje inclusivo en la Constitución Española, elaborado a petición de la Vicepresidenta del Gobierno) y otro es un texto asociado en el que se problematiza sobre el masculino genérico (Sobre sexismo lingüístico, femeninos de profesión y masculino genérico. Posición de la RAE). Además, se acompaña el informe de varios anexos (Anexo 1. Muestra representativa de respuestas de @RAEinforma a consultas sobre cuestiones de género y Anexo II: Muestra representativa de enmiendas relacionadas con el lenguaje inclusivo en el DLE).
  2. La conclusión global se expresa en la nota introductoria de la segunda página, con la categórica afirmación: “El informe estima que el texto constitucional utiliza un español correcto en términos normativos”.
  3. El punto de partida del informe es la posibilidad de interpretar el concepto de “lenguaje inclusivo” de dos modos: (a) “aquel en que las referencias expresas a las mujeres se llevan a cabo exclusivamente a través de palabras de género femenino” (p. 5) y (b) aquel que “se aplica también a los términos en masculino que incluyen claramente en su referencia a hombres y mujeres cuando el contexto deja suficientemente claro que ello es así” (p. 5). Con este juego argumentativo, la RAE acuña la curiosa noción de “masculino inclusivo”, referida por supuesto a la segunda interpretación del concepto de lenguaje inclusivo. Desde este punto de vista, claro, el texto de la Constitución es perfectamente inclusivo y no requeriría reforma alguna.
  4. La RAE insiste en que se rigen por los usos mayoritarios de las personas hispanohablantes, documentados en los corpus de referencia de la propia institución, y en el hecho de que los cambios lingüísticos no son promovidos desde las instituciones, sino que deben partir de la aceptación y difusión social. En la página 29 incluso definen los usos del lenguaje inclusivo real como minoritarios y afirman su deber de recomendar las opciones mayoritarias. Desde luego, para no ser tachada de machista, la RAE destaca el hecho de que esta mayoría de hispanohablantes, entre los que se incluye, comparten los mismos ideales, valores y objetivos de igualdad que las personas que emplean el lenguaje inclusivo.
  5. La RAE apoya también su negativa a la adaptación inclusiva del texto de la Constitución en el hecho de que las constituciones de otros países hispanohablantes o de lenguas románicas no han implementado, en su mayoría, las indicaciones del lenguaje inclusivo. Lo cierto es que, como veremos más adelante, la revisión de los textos constitucionales en español revela una realidad bien distinta, pues, por ejemplo, además de los casos “excepcionales” mencionados en el informe como es especialmente el de Venezuela, en la Constitución de Bolivia (2009) y Ecuador (2008) se usa lenguaje inclusivo no binario indirecto (López, 2019) y desdoblamientos.
  6. En las conclusiones del informe persiste la Academia en las dos “interpretaciones de la expresión lenguaje inclusivo” (p. 26) y denomina “restrictiva” a la opción que busca visibilizar a las mujeres. Puesto que la Constitución se ampara en el uso del llamado “masculino inclusivo”, no requiere de modificación sustancial salvo en algunos artículos concretos en los que puede haber ambigüedad interpretativa del genérico o en las voces “rey/reina” así como en la interpretación del plural “reyes”.
  7. Con el argumento subyacente de la diferencia entre sexismo y sexismo lingüístico, la RAE hace hincapié en que “las situaciones de igualdad o desigualdad entre hombres y mujeres en determinados países (europeos o no) son enteramente independientes de las opciones gramaticales que cada idioma elige en dichos territorios para codificar la interpretación inclusiva del género masculino” (p. 29).
  8. En el último punto de las conclusiones, la RAE deja una puerta abierta al cambio siempre que “se constatara que los usos lingüísticos actuales se modifican con el tiempo, y que los cambios consiguientes llegan a generalizarse”.

Análisis crítico del informe

  1. El tono del informe

Una lectura del informe académico en la que no se cuente con las claves de formación lingüística que permitan su completa comprensión puede resultar confusa y engañosa, pues la forma condescendiente y demagógica en la que está redactado busca la aceptación popular por encima de todo. Al igual que en la respuesta de alguna de las consultas realizadas en Twitter por hablantes de la lengua, la redacción del dosier en sus dos primeras piezas o documentos se ve afectada en ocasiones por cierta retórica literaria que revela por momentos malestar e, incluso, sarcasmo. Así lo observamos cuando el informe argumenta, en la línea de Grijelmo (2019), en contra de la teoría de la génesis del masculino genérico como herencia del patriarcado. Cuando trata de rebatir la razón aducida por el feminismo de que el masculino genérico oculta a la mujer, señala la institución que esto se apoya en dos premisas “científicamente discutibles, pero publicitariamente acariciadoras” (2020: 48). El uso metafórico del adjetivo “acariciadoras” impone una retórica literaria burlesca al contraponerse además lo científico a lo publicitario, al mismo tiempo que establece la oposición entre ciencia y emociones. Se desacredita así no solo desde los argumentos lingüísticos sino desde la óptica más personal. Más adelante, pero en ese mismo capítulo, la RAE hace uso de nuevo del tono literario, por momentos obsoleto, y señala en relación con la afirmación de que el masculino genérico es una imposición androcéntrica que parte del masculino específico que “Tal tesis se expone apoyada en inferencias intuitivas y en la engañosa percepción de los sentidos” (p. 49). La ordenación de los modificadores en la segunda parte de la copulativa es, como poco, extraña, y delata precisamente por su rareza un tono nuevamente sarcástico por parte de la persona encargada de la redacción del texto. Se refuerza la intención vejatoria con la contraposición inmediata de ciencia/sentidos y con un símil una vez más en tono condescendiente, que casi parece adquirir el tono de una reprimenda condescendiente: “El sol no gira alrededor de la tierra, y los ríos no tienen por misión pasar por debajo de los puentes, como deducía Pangloss de su experiencia banal. Del mismo modo, hechos empíricos muestran que los masculinos genéricos no son residuos del patriarcado” (2020: 49). Ejemplos de este tipo se despliegan a lo largo de los dos documentos principales que componen el dosier de la RAE, y dejan entrever no solo la molestia que le supone a la institución abordar la elaboración del informe, sino el disgusto que le producen los argumentos esgrimidos desde el feminismo que solicita la implementación del lenguaje inclusivo (el inclusivo de verdad, no el masculino genérico mal llamado inclusivo en el informe).

  1. La culpa no es del patriarcado, es del “feminismo” indoeuropeo

Tanto en la argumentación de la RAE (2020) como en la de Grijelmo (2019) se repite la teoría del nacimiento de los géneros en el indoeuropeo como forma de eximir de culpa a los seres humanos que en un momento dado optaron por identificarse con el género visible por defecto, el masculino. En este giro argumentativo, no por real menos torticero, el género original era único, una especie de epiceno, y la creación del femenino surge paradójicamente como mecanismo lingüístico para visibilizar a la mujer, para singularizarla. Así que nos encontramos con que las mujeres están siempre presentes, en el femenino que las singulariza y en lo que quedó de ese epiceno que acabó por convertirse en el masculino genérico. Por lo tanto, al partir de esta idea, tanto la RAE como Grijelmo coinciden en entender que la mujer está plenamente visible, pues no solo tiene su propio género identificador, sino que también se puede inferir su presencia bajo el “masculino inclusivo”. Así que la culpa de todo la tiene el indoeuropeo por querer dar importancia a las mujeres y otorgarles un espacio lingüístico propio, el patriarcado benévolo buscaba justamente visibilizarlas y no relegarlas a un puesto subsidiario con respecto a los varones. Ironía aparte, sea cual fuere el origen del empleo del masculino genérico como género por defecto, lo cierto es que su empleo en la actualidad impone un cambio de perspectiva que debe romper con el historicismo, pues en este caso el pasado es fundamental para reconocer la injusticia histórica hacia la libertad de las mujeres, pero no importa nada en absoluto cuando se trata de mirar hacia delante interviniendo la lengua para adaptarla a los nuevos requerimientos de una sociedad diversa. Indudablemente, aunque el patriarcado no sea responsable del nacimiento del masculino genérico sí lo es de su perpetuación como estrategia para mantener el sesgo y preeminencia de lo masculino en el discurso.

  1. El respeto al sistema: las nuevas Tablas de la Ley

No solo la RAE tiene capacidad para expresarse con ironía en sus textos, así que también nuestra lectura puede ser mordaz. Por eso nos referimos a su tratamiento del “sistema” lingüístico como las “Tablas de la Ley”. El informe académico asume un respeto absoluto a lo que denomina desde su nota introductoria “el sistema de la lengua” (2020: 2) y no admite modificación de ningún tipo que no se acoja a los “principios” de este sistema. Debemos aclarar en este punto, especialmente para personas neófitas en materia de lengua, que un sistema no es más que un conjunto de reglas y principios que en su denominación lingüística remite más directamente a la organización del conjunto estructurado de unidades y sus relaciones. Lo curioso es que leído en el informe de la RAE pareciera que el sistema, que esas reglas, fueran una imposición divina, más allá del alcance humano, cuando es evidente que en todas las lenguas se han establecido esos principios rectores con la intervención imprescindible de seres humanos. Por tanto, todo sistema puede intervenirse, cuánto más si se trata de respetar los derechos de toda persona en términos de su necesidad de verse reflejada en el discurso.

Al igual que los mandamientos, quien desee realizar una intervención lingüística o introducir un nuevo uso con vocación inclusiva, según el informe (2020: 2) deberá acogerse a las “condiciones y límites con que podrían aplicarse” las opciones no sexistas. Esto es, según esta apreciación es la RAE la que marca las condiciones y límites del sistema de la lengua, lo cual la reviste de un poder ilegítimo, pues el sistema es como bien se sabe independiente de las instituciones. Aunque por un lado insisten en la capacidad de las personas que hablan una lengua para modificarla, para innovar, en realidad constriñen esta capacidad pues ha de pasar por su propio tamiz.

  1. Clasismo lingüístico

Uno de los aspectos más curiosos del informe de la RAE es la lectura que puede hacerse de él en términos de clasismo lingüístico. En efecto, para la Academia hay situaciones y realidades que sí permiten defender la implementación del lenguaje inclusivo. Las más inocentes de estas situaciones pueden ser las mencionadas en la página 8, las relativas a la cortesía. En estos casos, cuando se busca ser cortés, sí entiende la RAE el desdoblamiento de formas. Pero ¿no había dejado claro la RAE que el masculino era inclusivo? ¿Por qué motivo invita al desdoblamiento por razones de “cortesía”? Pero el clasismo lingüístico se percibe con mayor nitidez en dos aspectos concretos del informe.

En primer lugar, a lo largo del texto el desconocimiento de la norma se convierte casi en un estigma para las personas que no hayan accedido a la formación académica, pues la institución afirma explícitamente que la norma del español se basa en el prestigio de ciertos usos “entre los hablantes escolarizados” (2020: 4). La polémica sobre el conocimiento de la norma lingüística y su evidente consecuencia como mecanismo de estratificación social y, en el caso que se va a comentar, también como forma de visibilizar la defensa a ultranza del monolingüismo, se refrescó con la proposición que el grupo de ultraderecha VOX llevó al Congreso el febrero de 2020. En esta iniciativa solicitaban garantizar el conocimiento del castellano por parte de todas las personas de los territorios que contasen con lenguas cooficiales (especialmente se refieren a Galicia, Euskadi y Catalunya). La cuestión es que esa garantía se conocería mediante exámenes y pruebas en las que, por supuesto, el estándar de la corrección estaría marcado por la RAE. Como era esperable, en las redes se produjo un gran revuelo por el carácter ridículo y perverso de esta propuesta y se llenó Twitter de mensajes en los que se destacaba la propia incompetencia de VOX en materia normativa así como memes en los que se jugaba con la libertad para utilizar la lengua con independencia de las normas.

En segundo lugar, en la página 17 el informe afirma ver “motivaciones lingüísticas” en la intervención inclusiva para evitar la potencial ambigüedad en el caso del plural “reyes” y en la página 18 indican que “parece especialmente pertinente que la Reina sea mencionada de forma explícita junto al Rey”. En esa misma página solicitan también que por la situación actual se debe hacer explícito el femenino “princesa”. Contrapone así la Academia la realeza a la población plebeya, pues no considera igualmente pertinente mencionar de forma explícita a una futura “Presidenta” que a una “Reina”, por poner un ejemplo.

  1. Ciencia vs sentidos

La asociación entre la masculinidad y el rigor científico frente a la mujer y las lógicas más emocionales es ya un clásico que se ha racionalizado en la cultura de manera que es fácil recurrir al tópico para desprestigiar algunas de las argumentaciones del movimiento feminista. Como advertimos al hablar del tono del informe, en el texto aparecen salpicadas en repetidas ocasiones estas dicotomías razón/emoción o ciencia/sentidos (p. 48 y p.49). Pero lo cierto es que el informe es un texto divulgativo y poco científico, pues al defender la argumentación principal que sostiene, es decir el carácter inclusivo del masculino genérico, indican que se parte de una “convicción, apoyada y verificada en múltiples estudios lingüísticos” (p. 6), pero no se menciona estudio alguno que confirme la afirmación y la apoye. Lo que sí es comprobable empíricamente es que en una secuencia del tipo “Me he reunido con filólogos, sociólogos y arquitectos” solamente la presencia del hombre está garantizada en esa reunión, pero no la de mujeres o personas no binarias. Tampoco resulta en absoluto científica la apreciación que incluye la RAE en la página 15 del informe en la que se permite valorar con un “como es lógico” la ausencia de percepción de irregularidades en los nombramientos en masculino de determinados cargos desempeñados por mujeres. En resumen, la RAE contrapone la ciencia y la lógica a las emociones (que la propia institución hace visibles en sentido opuesto), que identifica con reclamaciones sociales de opciones minoritarias, mostrando en definitiva una falta importante de rigor científico en cuanto que desconoce el volumen real de personas que reclaman el giro inclusivo del lenguaje.

  1. Visibilizar, la palabra prohibida

En el informe se usa el verbo “enfatizar” en lugar de “visibilizar”, pues el primero remite a poner énfasis, es decir, a reiterar e insistir; y el segundo remite a hacer visible lo que está oculto, lo cual no indica reiteración sino necesidad. En realidad, no es necesario enfatizar o reiterar el femenino para visibilizar a las mujeres y personas no binarias. En la mayoría de los casos, utilizar expresiones neutras (como “la ciudadanía”) es tan económico como el masculino e incluye a todas las personas. El lenguaje realmente inclusivo no se limita a los desdoblamientos o al uso de la barra por mucho que la RAE se centre en ridiculizar estas estrategias y haga caso omiso a las demás —quizás porque se puede usar lenguaje inclusivo sin llamar la atención (López, 2019)—.

Es más, tres de las diecinueve constituciones en español aparte de la española son inclusivas y dos de ellas usan este lenguaje inclusivo neutro y discreto, un dato que la RAE decidió omitir en su informe. Tanto Bolivia como Ecuador evitan usar el masculino genérico en casi todos los casos y, en su lugar, hablan de “personas” y “seres humanos” y desdoblan cuando es necesario (“las personas ecuatorianas”, “los bolivianos y las bolivianas”). Al hablar de “enfatizar” y no de “visibilizar”, el informe se aleja de la cuestión de la inclusión para presentarnos un hombre de paja. Pone el foco en la insistencia de las reclamaciones del feminismo y en el exceso que el lenguaje inclusivo supondría en los textos en lugar de utilizar el verbo que plenamente identifica la problemática, “visibilizar”, pues la cuestión es que el texto constitucional está sumamente masculinizado y las mujeres y personas no binarias no se hacen visibles más que en momentos muy determinados en los que la ambigüedad sería legalmente problemática. De nuevo, dejan la representación real de la mujer y de las personas no binarias en manos de la capacidad interpretativa de quien lea el texto. Interpretar en lugar de visibilizar. Se llega así al oscuro terreno de lo interpretable.

En la página 12 del informe la RAE reconoce que existen contextos de ambigüedad generados por el uso del masculino genérico. Algo más adelante, en la página 14, la RAE alude a la “interpretación genérica” del masculino, lo cual implica que, en efecto, el masculino genérico es interpretable en su dimensión supuestamente inclusiva. Por lo tanto, sorprende que se prefiera la interpretación a la mención explícita, que en el informe no se opte por la inclusividad real. Aunque para la institución estos casos sean residuales, lo cierto es que conseguir un texto claro y nunca ambiguo debería ser el objetivo de una Constitución, por lo que las reticencias de la RAE nuevamente se explican más por motivos ideológicos que lingüísticos.

Nuestra posición es clara, lo más importante es que la Constitución Española haga visible al conjunto de la ciudadanía, sin posibilidad de interpretar o inferir la presencia de mujeres y personas no binarias, sino con la certeza de ver incluidas todas las identidades de género.

Referencias

Grijelmo, Álex. 2019. Propuesta de acuerdo sobre el lenguaje inclusivo. Madrid: Taurus
López, Ártemis. 2019. “Tú, yo, elle y el lenguaje no binario”. La linterna del traductor. Disponible en http://www.lalinternadeltraductor.org/n19/traducir-lenguaje-no-binario.html
Seisdedos, Íker. 2018. “Darío Villanueva: El problema está en confundir la gramática con el machismo”. El País, 16 de julio de 2018.
[https://elpais.com/cultura/2018/07/15/actualidad/1531677196_003986.html]

7 comments on “Visibilizar o interpretar: respuesta al Informe de la Real Academia Española sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas (2020)

  1. Más de la prensa al servicio de la política; un acto que le traerá graves consecuencias, incluyendo su posible desaparición para convertirse en un medio simple y ordinario de propaganda. La RAE seguirá siendo la que dé las pautas del idioma, y para ello cuenta con especialistas. Cuando los gobiernos, y peor aún, la prensa independiente y objetiva se dedican a estas nimiedades, es porque subestiman a su pueblo y sus verdaderas necesidades.

    Me gusta

    • Adrián Lomas de Castro

      Muy inteligente la idea de que son nimiedades y no lo que verdaderamente necesitan las personas.

      Me gusta

  2. Adrián Lomas de Castro

    Como lingüista de la lengua española, me gustaría dar mi opinión. La posible ambigüedad del masculino genérico, en la mayoría de los casos -es decir, en los que la Academia lo defendería, frente al lenguaje inclusivo-, no impide a nadie saber qué interpretación ha de hacer. Es interpretación, sí, pero tan evidente que no supone ningún problema a nivel comunicativo. Y esa ambigüedad mínima que el lenguaje ofrece en el empleo del masculino no es más que una manifestación, como muchas otras, de que las lenguas naturales son imperfectas como instrumentos comunicativos. Si leemos un mensaje como «luchemos por los derechos del niño», existen varias interpretaciones: hablamos de un niño concreto que deberíamos conocer o bien nos referimos a los niños del mundo. Vaya, se ha usado un singular con valor de plural. Tenemos que deducir el mensaje del contexto y el sentido común. Más aún: si decimos «luchemos por los derechos de los niños», es explícito que son varios, pero, ¿el artículo «los» se refiere a todos los del planeta o de nuevo a unos niños concretos que deberíamos saber quienes son? Esto es solo un ejemplo de lo que digo, como también lo es el masculino genérico. De igual manera que a nadie se le ocurriría visibilizar el plural renunciando a singulares no marcados, por ejemplo, no hay razones para hacer lo propio con el género gramatical femenino. Simplemente debemos aceptar que una lengua requiere, inevitablenente, un mínimo de interpretación. Sí, es cierto que el supuesto lenguaje inclusivo minorizaría este factor, pero, entonces, por la misma razón todos los aspectos de la lengua española que implican interpretación, como el uso del singular que significa pluralidad, deberían ser asimismo motivo de las pertinentes propuestas de reforma. Creo, francamente, que tal cosa es contraproducente.
    Me interesa especialmente aclarar que el respeto de la Academia al sistema no significa que no se pueda romper lo que tal institución impone. De hecho, impone poco. Significa que, si el sistema de la lengua española funciona de tal manera que el género masculino tiene un valor genérico, aparte del valor «varón» -y no porque lo diga la Academia, sino porque es así-, no existen razones para optar por otras soluciones.
    En conclusión, la presencia del masculino genérico no es resultado del patriarcado, sino de la naturaleza misma de las lenguas. Creo además que, si hay mujeres y personas no binarias que se sienten excluidas en los usos del masculino genérico, se debe a que la exclusión de estas personas que lleva a cabo una sociedad donde la desigualdad y el machismo existen, hace que las víctimas interpreten cualquier factor inofensivo, como el masculino genérico, como otra exclusión más. Estoy seguro de que si, al margen del lenguaje, se tratase a todas las personas como personas que son, en igualdad de condiciones, si no existiesen ni el machismo ni otras corrientes discriminadoras, nadie se iba a sentir excluido por el empleo de un masculino genérico, por lo que la lucha puede prescindir de tales asuntos lingüísticos. No me cabe duda de que todo nativo del español tiene en su mente la noción de masculino genérico, aunque artificialmente se empeñe en que sólo designe a los varones y por tanto excluya otros géneros. Y una última reflexión: ¿cómo es que hay mujeres que no se sienten en absoluto excluidas con el masculino genérico?
    Muchas gracias.

    Me gusta

    • Fabián Haim

      «En conclusión, la presencia del masculino genérico no es resultado del patriarcado, sino de la naturaleza misma de las lenguas.» O sea que para usted la lengua nada tiene que ver con la cultura que la utiliza. ¿Acaso usted no se presentó como lingüista? Porque esa total independencia entre lengua y cultura, tan impropia de un estudioso del lenguaje verbal humano, vuelve a ser usada como argumento cuando usted afirma que «si hay mujeres y personas no binarias que se sienten excluidas en los usos del masculino genérico, se debe a que la exclusión de estas personas que lleva a cabo una sociedad donde la desigualdad y el machismo existen, hace que las víctimas interpreten cualquier factor inofensivo, como el masculino genérico, como otra exclusión más.» O sea que la sociedad oprime, pero esa opresión no se refleja en la lengua, la lengua es «inofensiva». Podrían ser citadas muchas más afirmaciones suyas muy flojas de rigor teórico, pero como todas tienen el mismo tenor es mejor dejar por aquí para no imitar sus repeticiones. Aunque la falta de validez lingüística de muchos de sus postulados se explican en la falacia con que cierra su exposición y que dejan al descubierto el androcentrismo de todas sus apreciaciones: «¿cómo es que hay mujeres que no se sienten en absoluto excluidas con el masculino genérico?» Esa pregunta es la mejor evidencia de cómo algunos varones son capaces de desarrollar los más increíbles panegíricos en contra del lenguaje inclusivo sin saber absolutamente nada sobre cuestiones de género y mostrando su pavor ante la pérdida de privilegios que insinúan las conquistas feministas. Aunque usted no lo crea, existen mujeres tanto o más machistas que usted. Eso también es obra del patriarcado.

      Me gusta

  3. Se trata de un cambio de época, se trata de repensar los paradigmas desde los que hemos venidos construyendo las nociones de géneros y sus nombres, las lenguas viven, se transforman, devienen en nuestras manifestaciones, los pueblos y las minorías invisibilizadas crean formas de expresión que las represente, no se trata de reglas ancestrales de escritura, los pueblos de nuestramérica podemos pensar lenguajes no eurocénticos que nos prepresenten, más allá de una institución arcaica.

    Me gusta

  4. Otra lingüista por aquí, que lleva muchos años viviendo fuera, en otro país. Simplemente quería mostrar mi acuerdo con los comentarios anteriores, en los que se señala que las lenguas naturales son, en efecto, imperfecta, vagas, incluso ambiguas, y lo son porque esa ambigüedad es útil en la comunicación.

    Como lingüistas supongo que no podrán negar que, en este momento, con el masculino genérico, la Constitución incluye al conjunto de la ciudadanía, ya que con el masculino genérico no se indica el sexo del referente sino que se deja esa información «sin especificar». Esta es una característica *útil* del español y de otras lenguas que tienen género gramatical.

    Entonces, desde un punto de vista legal ¿excluye de verdad la constitución, en su forma actual, a las mujeres? Creo que la respuesta es NO, ya que este debate no se ha planteado hasta ahora.

    Si no se trata de un problema de interpretación legal sino de que ciertas personas se SIENTEN excluidas por el uso del masculino genérico. ¿Está justificado cambiar un texto legal por los sentimientos de un grupo minoritario de personas? Me teme que no.

    ¿Qué otros cambios en la redacción podrían proponerse por parte de otros grupos?

    ¿No sería imposible «incluir» todas las agrupaciones posibles de personas según su «identidad de género»?

    Por último, en el año 2020, ¿no deberíamos dejar de prestar tanta atención al sexo de las personas? ¿Por qué debe quedar «claro» el sexo de la ciudadanía? ¿Qué importancia tiene ese rasgo en la caracterización de una persona?

    Me gusta

  5. Pingback: Reseña de la 3era reunión del Círculo de Lectura Indisciplinadxs – indisciplinadxs

Deja un comentario